DÍA
40: EL AMOR ES UN PACTO
ADONDE
TÚ VAYAS, IRÉ YO, Y DONDE TÚ MORES, MORARÉ. TU PUEBLO SERÁ MI
PUEBLO, Y TU DIOS MI DIOS. (RUT 1:16)
Felicitaciones.
Has llegado al final del desafío de este libro. Sin embargo, la
experiencia y el reto de amar a tu cónyuge nunca terminan. Siguen
durante el resto de tu vida. Este libro podrá terminar en el día
40. ¿Pero quién dice que tu desafío tiene que terminar? Y a partir
de este momento, te desafiamos a que consideres tu relación
matrimonial como un pacto en lugar de un contrato. Estas dos palabras
parecen tener significado y propósito similares, pero en realidad,
son sumamente diferentes. Ver al matrimonio como un contrato es como
decirle a tu cónyuge: “Te tomo para mí y veremos si funciona”.
Sin embargo, verlo como un pacto hace que digas: “Me entrego a ti y
me comprometo a este matrimonio para toda la vida”. Hay varias
diferencias entre los pactos y los contratos. En general, un contrato
es un acuerdo escrito con un fundamento de desconfianza, que enumera
las condiciones y las consecuencias que habrá si se rompe.
Un pacto
es un compromiso verbal que tiene su fundamento en la confianza, y le
asegura a otra persona que tu promesa es incondicional y para toda la
vida. Se realiza ante Dios por amor a otro. Un contrato es interesado
y tiene una responsabilidad limitada. Establece un marco de tiempo
para que se cumplan y se logren ciertas prestaciones. Un pacto es
para beneficio de los demás y tiene una responsabilidad ilimitada.
No tiene fecha de vencimiento. Es “hasta que la muerte nos separe”.
Un contrato puede romperse de común acuerdo. Un pacto está hecho
para que sea inquebrantable. La Biblia contiene varios grandes pactos
que forman parte del desarrollo de la historia del pueblo de Dios.
Este hizo un pacto con Noé y le prometió que nunca destruiría a
toda carne con un diluvio (Génesis 9:12-17). Hizo un pacto con
Abraham y le prometió que toda una nación de descendientes surgiría
de su familia (Génesis 17:1-8). Hizo un pacto con Moisés y declaró
que el pueblo de Israel sería la posesión de Dios para siempre
(Éxodo 19:3-6). Hizo un pacto con David y le prometió que siempre
habría un soberano en su trono (2 Samuel 77-16).
Finalmente, hizo un
“nuevo pacto” por medio de la sangre de Cristo, y estableció un
legado eterno e inalterable de perdón de pecados y vida eterna para
los que crean en Él (Hebreos 9:15). Dios nunca ha roto ninguno de
estos pactos. Además, está el matrimonio: el pacto más fuerte
sobre la tierra entre dos personas; la promesa de un hombre y una
mujer de establecer un amor incondicional y que dura toda la vida. En
el matrimonio, tu anillo de bodas representa los votos de tu pacto:
no solo compromisos que esperabas poder cumplir sino promesas
premeditadas, dichas en público con otras personas como testigos.
Como has leído muchas veces en estas páginas, no puedes cumplir
este pacto con tus propias fuerzas. Hay una buena razón por la cual
Dios fue el que inició los pactos con su pueblo. Es el único que
puede cumplir las exigencias de sus propias promesas. Es el único
que puede perdonar a los que reciben su pacto cuando no cumplen con
su parte del acuerdo; pero el Espíritu de Dios está dentro de ti
por medio de tu fe en su Hijo y de la gracia que recibiste con la
salvación. Esto significa que ahora sí puedes ejercer tu función
de cumplir el pacto, sin importar lo que pueda surgir que desafíe tu
fidelidad a él.
En
especial, si tu cónyuge no quiere recibir tu amor en este momento,
cumplir el pacto puede ser más desalentador cada día. Sin embargo,
el matrimonio no es un contrato con cláusulas de escape y términos
de excepción. El matrimonio es un pacto hecho para quitar todas las
vías de retirada o abandono. No hay nada en el mundo que pueda
separar lo que Dios unió. Tu amor está fundamentado en un pacto.
Cientos de años después de que el profeta Malaquías registró
estas palabras, la gente aún se pregunta por qué a veces Dios
retiene su bendición de los hogares y los matrimonios. “Y vosotros
decís: “¿Por qué?” Porque el Señor ha sido testigo entre tú
y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente,
aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto […] Porque yo
detesto el divorcio -dice el Señor, Dios de Israel- y al que cubre
de iniquidad su vestidura -dice el Señor de los ejércitos-. Prestad
atención, pues, a vuestro espíritu y no seáis desleales”
(Malaquías 2:14,16). Todo matrimonio es llamado a ser una imagen
terrenal del pacto celestial de Dios con la iglesia. Debe revelarle
al mundo la gloria y la belleza del amor incondicional de Dios por
nosotros. Jesús dijo: “Así como el Padre me ha amado a mí,
también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor” (Juan
15:9 NVI). Deja que sus palabras te inspiren a ser un canal del amor
de Dios para tu cónyuge. Ahora es el momento, para renovar tu pacto
de amor con toda sinceridad y entrega. El amor es un tesoro demasiado
santo como para intercambiarlo por otro, y un vínculo demasiado
poderoso como para romper sin que haya consecuencias nefastas. Vuelve
a concentrar tu amor en esta persona que el Señor te ha dado para
apreciar, valorar y honrar. Tienen por delante una vida juntos.
Atrévete a tomarla y no soltarla jamás. Acepta el desafío del
amor.
El
desafío de hoy
Escribe
una renovación de tus votos y colócala en tu hogar. Quizá, si
corresponde, podrías planear una renovación formal de tus votos
matrimoniales ante un pastor, con la familia presente. Que sea una
afirmación viva del valor del matrimonio a los ojos de Dios y del
alto honor de ser uno con tu cónyuge.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿Qué te ha revelado Dios durante estos 40 días? ¿Cómo ha cambiado tu visión del matrimonio? ¿Cuán comprometido estás con Dios y con tu cónyuge? ¿A quiénes puedes contarles de este compromiso como testimonio? Para siempre se ha acordado de su pacto. (Salmo 105:8)
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿Qué te ha revelado Dios durante estos 40 días? ¿Cómo ha cambiado tu visión del matrimonio? ¿Cuán comprometido estás con Dios y con tu cónyuge? ¿A quiénes puedes contarles de este compromiso como testimonio? Para siempre se ha acordado de su pacto. (Salmo 105:8)
No hay comentarios:
Publicar un comentario