Las 10 plagas en Egipto


LAS PLAGAS

Las diez manifestaciones del poder de Jehová en Egipto (Éx 7-12) se dirigieron, en primer término, contra "todos los dioses de Egipto" (12.2). Según Jehová mismo, las mandó para que su nombre "sea anunciado en toda la tierra" (9.16). Fueron llamadas "plagas" y "maravillas" (7.3; 11.9), hechas por "la mano poderosa y el brazo extendido" de Jehová (Dt 7.19, etc.).
Estos [Ver=]  MILAGROS, aun cuando eran de orden sobrenatural, correspondían hasta cierto punto a fenómenos naturales de la región que por la oportunidad de su ocurrencia y por la magnitud que alcanzaron pudieron haber estado bajo el control de Dios para presionar al faraón.

La última plaga sucedió en el mes de [Ver=]  ABIB (Éx 13.4), o sea, marzo/abril. Si la primera coincidió con la inundación del río Nilo en julio/agosto del año anterior, la serie entera abarcó unos ocho meses. Las plagas fueron:

La Conversión de Las Aguas En Sangre
"Todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre... hubo sangre por toda la tierra de Egipto" (7.20, 21). Si estas palabras no han de entenderse literalmente, tal vez se refieren al color del agua, mezclada con mucha tierra roja por causa de una inundación del Nilo de extraordinarias proporciones. Tal circunstancia podría provocar, además, la presencia en el agua de enormes cantidades de contaminación y de materia o vida microscópica que a su vez causara la muerte de los peces (7.21). Los hechiceros egipcios produjeron un efecto igual con sus prácticas mágicas, pero no en la cantidad representada por el río mismo y todos los pozos de Egipto.

Las Ranas
Forzadas a abandonar los pantanos cercanos del río por la contaminación de los peces muertos, fueron tan numerosas que entraron aun en los hornos y las artesas (8.3).

Los Piojos
Algunos opinan que fueron mosquitos producidos de huevos puestos en el polvo, o zancudos que podían multiplicarse grandemente después de una inundación especial del Nilo. Esta vez los hechiceros no pudieron inventar ninguna imitación del fenómeno (8.16, 17).

Las Moscas
La mosca era insecto común en Egipto (Is 7.18), portadora de muchas enfermedades. Sin embargo, el factor más milagroso aquí es que "la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo" (Éx 8.22), quedó libre de esta plaga.

La Enfermedad Del Ganado
Si esta "plaga gravísima" se limitó solo al ganado que estaba en el campo (9.3), quizá los animales de los israelitas se salvaron porque sus dueños no les permitieron salir al campo. Esto implicaría la fe en la palabra de Jehová por medio de Moisés y Aarón, diferencia fundamental entre israelitas y egipcios (cf. 9.19-21). Se ha sugerido que esta plaga fuera el ántrax, acentuado por la contaminación de los campos debido a la putrefacción de las ranas muertas y otros factores.

Las úlceras
Con la presencia de tantas moscas y restos putrefactos de ranas y ganados, no era de extrañarse que se multiplicaran las enfermedades eruptivas (cf. Dt 28.27). El malestar de los hechiceros (9.11) hace que parezca ridícula su lucha anterior contra el poder divino.
El Granizo
La condición de las cosechas (9.31, 32) hace pensar que esta plaga se presentó en febrero. Nótese la oportunidad dada a la fe (9.19-21).

Las Langostas
Nótese el temor que las plagas anteriores había hecho sentir entre los egipcios (10.7). En este caso, la plaga de [Ver=]  LANGOSTAS, los vientos se presentan como instrumentos de Jehová (10.13, 19; cf. Mt 8.27).

Las Tinieblas
Las tinieblas que se podían palpar (10.21) pueden haber sido consecuencia del mucho polvo, dejado después de la inundación del Nilo, el cual fue removido por los vientos que aún soplan en Egipto durante el mes de marzo. Este fenómeno seguramente se consideraría afrenta contra el dios del sol, Ra, dios principal de los egipcios.

La Muerte de Los Primogénitos
La última plaga, o sea la muerte del primogénito de cada hogar no protegido por la sangre del [Ver=]  CORDERO pascual, es el clímax contemplado desde el principio (Éx 4.23). Subraya el hecho de que Israel es el "primogénito" de Jehová (4.22). Las explicaciones que indudablemente los egipcios habían pretendido dar a las plagas anteriores no bastaban para comprender este golpe rotundo. Tuvieron que reconocer la supremacía de Jehová (a lo menos en aquella situación) y dejar salir a los israelitas (Sal 105.38).

Igual temor se reflejó siglos después en los filisteos cuando robaron el arca de Israel (1 S 4.8).

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