¡Jesús Es El Amor Que Vale, Que
Vale Escucharle ¡
DIOS LE ESTÁ HABLANDO... ¿ESTÁ USTED
ESCUCHANDO?
Por el Dr. Adrián Rogers
“Los cielos cuentan la gloria de
Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1).
Tal vez esto no le tome de sorpresa,
pero Dios le está hablando ahora mismo. Cierto, quizás no de la misma forma en
que Él lo hizo cuando “habló” y creó el universo. O como cuando dio
instrucciones a sus discípulos en la ladera de una colina. Sin embargo,
permítame asegurarle, su voz todavía se oye.
Todo lo que usted tiene que hacer es
mirar hacia arriba, mirar hacia abajo, y mirara hacia adentro. Mirar hacia
arriba: Dios le está hablando por medio de la inspiración de su creación. Mirar
hacia abajo: lea y medite las palabras de instrucción que Él ha dado a
través de su Palabra. Mire hacia adentro: permita que su corazón, su
alma y su mente sean iluminados por su Espíritu.
LA INSPIRACIÓN EN SU CREACIÓN
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una
noche a otra noche declara sabiduría” (Salmo 19:1-2).
Ahora mismo Dios está declarando su
gloria, su grandeza, su bondad. Sólo mire a través de su ventana. ¿Ve las
nubes? ¿Los árboles? ¿Las aves? Encuentre un espejo y mire su propio reflejo.
¡Usted es la corona de su creación!
Colosenses 1:16 nos revela que todas
las cosas han sido creadas por Él y para Él. Como resultado, toda la creación
declara la gloria de Dios. ¡Las mismas estrellas del cielo son sus candelabros!
La creación no sólo declara la gloria
de Dios, sino que habla de la grandeza de Dios. No hubo nada, hasta que Dios
habló. Un sabio pastor una vez dijo: “Dios salió de detrás de la cortina de
la nada, se paró sobre la plataforma de nada y habló para que un mundo
existiera.”
Dios ha formado un universo con gran
inmensidad y complejidad. El calor del sol sirve para recordarnos del calor de
su gracia. La risa de un niño es un reflejo de su gozo. Las majestuosas
montañas son una proclamación de su fortaleza.
LAS INSTRUCCIONES EN SU PALABRA
La Palabra de Dios debe ser el primer
lugar donde debe mirar para escuchar a Dios. Es en ella en donde aprende acerca
del corazón y la mente de Dios. Es ahí donde aprendemos no sólo acerca de lo
que Dios ha creado, sino también de lo que Dios ha enseñado. La Palabra de Dios
es:
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte
el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los
mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de
Jehová es puro, que alumbra los ojos” (Salmo 19:7-8).
Segura. En sus
páginas encontrará un lugar firme donde pararse establemente.
Sencilla. Es lo
suficientemente profunda para que un erudito explore sus verdades sin fin, y
sin embargo poco profunda como para que un niño pueda beber de ella sin temor a
ahogarse.
Sincera. La verdad nunca le guiará
equivocadamente. Algunos piensan que “sincero o recto” significa “difícil”.
Pero no es eso lo que el Salmo 19 dice: “Los mandamientos de Jehová son
rectos, que alegran el corazón.” Su camino, es un camino de gozo, no de
dificultad.
Sin mancha. No hay
semillas de corrupción, ni sugerencias de error, ni manchas de maldad.
LA ILUMINACION POR SU ESPIRÍTU
"¿Quién podrá entender sus
propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu
siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí… Sean gratos los dichos de
mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti...” (Salmo 19:12-14).
La forma final en que Dios le hable
es claramente única. Usted puede mirar su obra para verle. Usted puede mirar su
Palabra para leer acerca de Él. Pero es sólo cuando usted es iluminado por su
Santo Espíritu que comienza a entenderlo todo.
Cuando el Espíritu Santo llena su
vida en el momento de su salvación, le es otorgado el íntimo privilegio de la
experiencia de la convicción, la limpieza, el control y la dulce comunión con
Dios mismo.
El Salmo 19 pregunta: “¿Quién
podrá entender sus propios errores?" Yo no puedo. Usted no puede.
Necesitamos la convicción de su Espíritu. Después de que Él nos ha convencido
de nuestros pecados, Él nos limpia. Primera Juan 1:9 dice: “Si confesamos
nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.”
Luego para fortalecernos para no caer
otra vez, el Espíritu nos controla. “Preserva también a tu siervo de las
soberbias; que no se enseñoreen de mí” (Salmo 19:3). Finalmente, la
iluminación del Espíritu nos da el más grande privilegio: tener comunión con
Dios: el Creador, el Verbo, la Verdad, y la Vida.
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