Dios extraordinario
¿Has
notado que la cultura contemporánea nos enseña a faltarle el
respeto a lo ordinario? Si no es especial, superior,
o llamativo, le ponemos freno. El mundo
busca lo que es popular,
sin importar su esencia interior.
Pero, ¿es eso lo que Dios
realmente quiere para nosotros? ¿Quiere que pasemos nuestros días
luchando por 15 minutos de fama?
Gran
parte de la enseñanza lejos del blanco dentro del cristianismo
refuerza que tenemos que hacer algo grande para hacer que nuestra
vida cuente. Pero las personas que Dios ha usado más han sido muy
ordinarias. Toma a David, por ejemplo.
El
rey David — ¿ordinario? ¿De qué estás hablando? Piensa en
ello.
David no era excepcional. Siempre que hacía algo inusual,
era mientras originalmente se había propuesto hacer algo bastante
ordinario. Todo el asunto de Goliat sucedió cuando estaba
llevándoles el almuerzo a sus hermanos. Cuando se dieron aquellas
victorias que desafían la muerte con leones y osos, estaba afuera
haciendo su labor de pastor. Incluso cuando fue rey, lidiaba con un
hijo rebelde y su propio fracaso. David era una persona ordinaria.
Nada notable en su vida trataba en absoluto acerca de David —
trataba acerca de Dios.
El
mensaje más grande de la vida de David fue que Dios es
extraordinario. Cada vez que pienses ¡Vaya! o ¡Bien hecho!
Cuando
leas acerca de las asombrosas cosas que hizo David, tan sólo
recuerda que en realidad era Dios obrando. Lo único excepcional
acerca de David era que permitió que Dios obrara a través de él.
Cuando Dios miraba a David, no eran sus hazañas las que lo bendecían
a Él — sino su corazón.
Tú
ordinario — Dios extraordinario. La felicidad proviene de aceptar
esa primera declaración y de explorar la segunda. Sí, edúcate.
Marca una diferencia en este mundo. Haz algo en la vida que cuente.
Pero no te dejes engañar. No importa si la gente conoce tu nombre o
te pide tu autógrafo. Sigues siendo tan sólo ordinario.
La
buena noticia es ésta: «el hombre mira la apariencia exterior, pero
el SEÑOR mira el corazón» (1 Samuel 16:7). —JM
Pero, ¿es eso lo que Dios realmente quiere para nosotros? ¿Quiere que pasemos nuestros días luchando por 15 minutos de fama?
David no era excepcional. Siempre que hacía algo inusual, era mientras originalmente se había propuesto hacer algo bastante ordinario. Todo el asunto de Goliat sucedió cuando estaba llevándoles el almuerzo a sus hermanos. Cuando se dieron aquellas victorias que desafían la muerte con leones y osos, estaba afuera haciendo su labor de pastor. Incluso cuando fue rey, lidiaba con un hijo rebelde y su propio fracaso. David era una persona ordinaria. Nada notable en su vida trataba en absoluto acerca de David — trataba acerca de Dios.
Cuando leas acerca de las asombrosas cosas que hizo David, tan sólo recuerda que en realidad era Dios obrando. Lo único excepcional acerca de David era que permitió que Dios obrara a través de él. Cuando Dios miraba a David, no eran sus hazañas las que lo bendecían a Él — sino su corazón.
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