Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, morimos para el Señor. Por lo tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.
Romanos 14: 8
Ro 14: 7-9 |
Antes de que crezca demasiado desanimado sobre estas tendencias, recordar lo que enfrentó la iglesia primitiva. Los cristianos del Nuevo Testamento eran una pequeña minoría despreciada, impopular, se opuso, ya menudo perseguidos. El gobierno les presionó, y su cultura miró hacia abajo en ellos. Ellos fueron vilipendiados. Pero también se resolvieron. Estos incondicionales celebran a sus convicciones y cambiaron el mundo.
El pueblo de Dios siempre han sido la levadura en la masa, sal en la herida, la luz en la oscuridad, y la arena en el aceite de serpiente de la laicidad. No hay silenciar un cristiano que, como Ester, está dispuesto a decir la verdad con la actitud: "Si perezco, que perezca" (Ester 4:16). El apóstol Pablo dijo: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21).
En Cristo, podemos defender nuestras convicciones, ya sea en la vida o en la muerte, si alguien más lo hace o no.
Si vivo, bueno, alabar al Señor. Si muero, bueno, alabar al Señor. Si vivo o muero, mi único grito será: Jesús en mí, alabado sea el Señor.
Ray Hildebrand
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