Uno de mis tiras cómicas favoritas se titula «Superman en sus últimos años». Muestra al superhéroe, ya anciano, parado en una ventana y listo para saltar, mientras mira hacia atrás y dice: «¿Adónde iba?».
La falta de memoria nos afecta a todos, y aunque nuestros lapsus ocasionales quizá sean cómicos o fastidiosos, olvidarnos de Dios puede ser desastroso.
Cuando los israelitas estaban listos para entrar a la tierra prometida, Moisés los desafió, diciendo: «Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto» (Deuteronomio 8:2), y «cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos» (v. 11).
Los siguientes motivos pueden hacer que nos olvidemos de Dios:
- Las Pruebas (vv. 2-4). Dios permitió que Su pueblo tuviera hambre y luego les dio maná. Si tenemos necesidades en la vida, es fácil creer que Dios se ha olvidado de nosotros.
- La Satisfacción (vv. 10-11). La abundancia o la necesidad pueden producir amnesia espiritual, porque ambas cosas hacen que nos centremos en nosotros mismos y no en el Señor que provee.
- El Orgullo (vv. 12-16). Si la prosperidad nos hace sentir que nuestro esfuerzo nos proporcionó éxitos, nos hemos olvidado de Dios.
La humildad, la obediencia y la alabanza nos ayudan a recordar la provisión y el cuidado fiel del Señor. Hoy no nos olvidemos de agradecerle por todo lo que Él ha hecho.
Jamás permitas que la abundancia de las dádivas de Dios te haga olvidar del
Dador.
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