Tropezar con lo que quedó atrás

Tropezar con lo que quedó atrás.
Es imposible tropezar con lo que quedó detrás de nosotros.

Durante el 2001, una equivocación en el planteamiento de un partido de fútbol americano impidió al equipo de la Universidad de Colorado (EE.UU.) jugar en el campeonato nacional.

Su entrenador, Gary Barnett confesó su error: «Hace mucho que aprendí que no se puede tropezar con algo que está detrás de nosotros». Un principio genial, aunque no siempre dejamos atrás lo sucedido en el pasado.

Todos caemos en esta tentación, no importa la edad que tengamos; aunque, si soy sincero, ese «remordimiento» por lo que pudo haber sido y no fue se acentúa con los años. Para algunos, haberse equivocado puede llegar a paralizarlos por completo.

No estamos hablando de crímenes o delitos cometidos (¡aun así, nadie está tan lejos de Dios, que Él no pueda restaurarlo!), sino de situaciones y circunstancias normales en nuestra vida.

Malas decisiones que hemos tomado, palabras que deberíamos haber dicho o cosas que deberíamos habernos callado, oportunidades que hemos dejado pasar, malos entendidos que no hemos sido capaces de arreglar, personas que no nos perdonaron o a quienes no hemos perdonado, discusiones que se nos escaparon «de las manos».

La lista puede ser interminable, pero debemos recordar que, si pasamos la vida mirando hacia atrás, vamos a tropezar muchas veces.
El pasado no debe servir para lamentarnos, sino para aprender y rectificar. Si hubiéramos tomado otras decisiones, quizá no habríamos aprendido lo que sabemos ahora.

No dejes que eso ocurra. No cargues bajo tu responsabilidad lo que jamás fue culpa tuya. Dios sabe todas las cosas, y Él jamás nos culpa de lo que no somos culpables.

Es más, llegamos a conocer a Dios mucho más en nuestras derrotas que en las victorias; en el sufrimiento más que en la alegría. ¡Descansa en Él! Coloca todo tu pasado en sus manos y confía en el Señor.

Es curioso que el profeta escribe de parte de Dios que todos conocerán el amor del Señor cuando más difícil sea su vida: «Y sabrán que yo soy el Señor cuando los disperse entre las naciones y los esparza por las tierras» (Ezequiel 12:15).

Parece increíble, pero es así. Jamás debes olvidar que, según Dios, los fieles no son los que nunca cayeron, sino los que siempre se levantaron. Pro 24:16 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse.

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