Desconectar Para Reconectar
Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar. Lucas 5:16
Henri Nouwen, teólogo y profesor, dejó su ocupada agenda a un lado para vivir durante seis meses en un monasterio. Su vida se había convertido en una paradoja. Aunque se sentía cargado por las exigencias de su vida ajetreada, vivía temiendo la ausencia de actividad. Había llegado a depender de las «compulsiones e ilusiones» de este mundo, por lo que decidió buscar «el quieto arroyo por debajo de las fluctuantes afirmaciones y rechazos» que se habían convertido en algo seguro en su vida. Ese quieto arroyo, por supuesto, era el mismo Dios. Pero para encontrarle Nouwen debía dejar el ruido y la actividad de su vida para enfrentar la quietud y soledad de estar a solas con Dios.
En esta época de equipos inalámbricos y portátiles nos hemos vuelto adictos al ruido. La computadora, el celular, el reproductor portátil de discos compactos, la radio y los ordenadores personales, son cordones umbilicales que creamos para seguir atados a lo que creemos afirma nuestra existencia. Tememos sentarnos en silencio porque el silencio sugiere que estamos desconectados de la afirmación.
La soledad es una necesidad periódica... aun para los miembros de una familia que está reunida las veinticuatro horas los siete días de la semana. Encuentre un lugar y un momento donde desconectarse, para poder reconectarse con Dios.
Estar a solas con Dios es oír su voz por encima de todo lo demás.
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