¿CÓMO ELIMINAR (CONTROLAR) EL YO?


¿CÓMO ELIMINAR (CONTROLAR) EL YO? 

(GAL 2: 15-21)
1. No puedo ser reconocido justo por Dios tratando de cumplir la ley, sino por la fe en Cristo y la obra que hico a mi favor (vs. 15-16) (Esta lucha se establece cuando queremos aferrarnos a cumplir los estatutos de Dios luchando con nuestras propias fuerzas. Una y otra vez nos encontraremos con imposibilidades y serán puertas abiertas para el diablo, sus acusaciones y mentiras)
2. Eso no quiere decir que tenga libertad para andar pecando como quiera, una cosa es libertad y otra libertinaje (vs. 17)

3. Nosotros debemos tener la fe de que, al aceptar a Cristo e identificarme con él, también crucifiqué mi vieja naturaleza y quedado en condiciones de no servirle más, sino a Jesús (vs. 18) (ROM 6: 1-11)

4. Tenemos que dejar vivir cada día más a la nueva naturaleza creada según Cristo. El secreto de la vida victoriosa de Pablo era que dejaba que Cristo fuera quien gobernara en su vida.
¿Cómo hacer esto? ¿Cómo es que Cristo vive en mí?
-Él prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mat. 28: 20) A su vez leemos (Fil. 1: 6) (COL 3: 1)  ¿Quién entonces está cumpliendo la función de Dios en nosotros? ¿Quién es el Cristo que vivía en Pablo y en cada creyente? (Rom 8: 9-17)
-Entonces, si queremos vivir según esta naturaleza, debemos dejar que cada día el Espíritu Santo gane espacio en nuestros corazones, que nos transforme, nos enseñe y revele la voluntad de Dios. Que sea él quien nos abra los ojos a las escrituras pues es el mejor maestro que existe.
-La escritura nos enseña que necesitamos que Dios realice en nosotros un proceso llamado transformación. Sin ella no podremos entender claramente las cosas de Dios, ni vivir acorde a su voluntad.

A. (Rom 12: 2)
-Esta transformación comienza por nuestra mente. Hemos de cambiar la manera de pensar para que pueda cambiar nuestra manera de vivir; solo así podremos comprobar cual, es la perfecta voluntad de Dios.

B. (Efe. 4: 21-24)
-Una vez más nos encontramos con este llamado a la transformación. En detalles se nos muestra que, para que ocurra, es imprescindible que tenga lugar un proceso llamado sustitución, es decir, quitar algo y poner otra cosa en su lugar.

Quitar (vs. 22)
La vieja naturaleza que traíamos antes de tener una relación personal con Dios. Es necesario porque está viciada, corrompida y llena de engaño, producto de que la fuente de enseñanza en su desarrollo ha sido sus experiencias con el mundo; por lo tanto, no logrará obedecer fielmente al Señor.

Renovar (vs. 23)
Este proceso intermedio es el llamado a renovar nuestra manera de pensar. Es cambiar nuestra fuente de información antigua por los preceptos de Dios. Esto es lo que nos pone listos para adquirir la nueva naturaleza y disfrutar de su completa libertad. Es el Espíritu Santo quien lo puede lograr.

Poner (vs. 24)
La nueva naturaleza creada a imagen de Dios en verdad, justicia y santidad. Esta si está apta para obedecer y servir al Señor porque él la diseñó. Es la que tiene un corazón dócil movido por el soplo vivificante del Espíritu y preparada para buenas obras.

C. (Eze. 36: 25-28)
-Esta transformación solo tendrá lugar con la acción de Dios en nosotros y no por nuestra destreza o algún hábito religioso. Notemos que:
ØÉl nos roseará con su agua pura para que quedemos purificados (Esto habla de su Palabra)
ØNos quitará el corazón endurecido que poseemos antes de conocerle personalmente
ØAñade un nuevo corazón sensible a su voluntad
ØNos infundirá su Espíritu para que podamos entender y obedecer sus preceptos -No nos queda otro remedio que rendirnos ante Dios y su voluntad, eso es dejarnos guiar por el Espíritu que nos conduce a su palabra. Rendirse para el mundo tiene la connotación de perdedores, cobardes; pero en las cosas de Dios, que son diferentes a las del mundo, rendirse es la clave de la victoria.

El ejemplo de la vida de Pablo
-Pablo era un hombre dedicado a la fe que sus padres le habían enseñado y vivía para ello. No era un creyente pasivo, sino alguien bien activo y decidido a destruir todo lo que se oponía a sus creencias. Hasta que un día Jesucristo mismo se le apareció. (HCH 9: 1-19)

1. Pablo tuvo que aceptar la corrección del Señor. Aunque tal vez tendría buenos principios basados en Dios mismo, estaban errados e iban en contra de la voluntad de Jesucristo. Es imprescindible escuchar la voz de Dios (la Biblia) que nos indica si vamos bien o mal. Esa es la única norma de conducta.
2. Hay que responder positivamente al llamado del Señor, decirle como Pablo con temor reverente ¿qué quieres que yo haga?

3. La humildad también es fundamental. Estar dispuestos a que otros, aunque lleven menos tiempo en la fe o parezcan insignificantes, nos expresen la voluntad de Dios que ellos han aprendido.

4. Sucederá siempre que mucha gente oirá la voz de Dios, pero responderán. Sencillamente que por la soberana y justa elección de Dios y consecuentemente a su conducta, no están capacitados para entender las revelaciones de Dios.

5. Pablo quedó ciego. Para que el Señor se pueda manifestar en nuestras vidas con todo su esplendor, es necesario que nos venza, que limite todas nuestras capacidades, habilidades o destrezas. Esa es la manera en la cual podemos entender la necesidad de una total dependencia de su gracia y amor. De igual manera es una vía para trabajar en contra del orgullo en la naturaleza humana al aprender a evaluar la ayuda de los demás hermanos.

A Pablo lo llevaron hasta Damasco, no podía conducirse por sí solo.
En Damasco tuvo que esperar a que Ananías orara por él para recobrar la vista.

Por causa de Cristo nos será necesario pasar por aflicciones. En medio de ellas solo las fuerzas del Señor nos sustentarán y solo Él nos podrá librar de ellas.

6. El Apóstol recibió el mensaje que esperaba de parte de Dios. En él estaba lo que necesitaba para emprender la nueva vida que tenía por delante y así poder agradar a Jesucristo: “Recibir visión y ser lleno del Espíritu Santo”
-Fue a partir de ahí que fue transformado de Saulo a Pablo, de judío legalista y religioso a un cristiano lleno de gracia y de poder. Permite que Dios Espíritu Santo transforme tu vida cada día más a la imagen de Cristo por el uso de su poderosa palabra. Solo así llegarás a expresar como el Apóstol: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (GAL 2: 20) (NVI)

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