Encuentre El Camino A Casa



Encuentre El Camino A Casa


En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Filipenses 3:20

Todos los años, el salmón del Pacífico, después de haber vivido durante cinco o seis años en el océano, siente la urgencia de volver a las aguas del río donde nació. Lucha contra los pescadores, los osos y las enormes represas hidroeléctricas para nadar contra la corriente, decidido a llegar a su hogar.

Los científicos no saben cómo logra volver exactamente el río donde nació después de haber pasado años en el océano. Hay quienes creen que los salmones pueden discernir el sabor o el olor del agua dulce de su río. Otros piensan que se orientan por la posición de las estrellas. Sea como fuere, sabemos que no usan mapas ni brújulas, sino que su viaje está basado en la intuición. Sienten añoranza, un anhelo profundo por un río en particular, y no habrá satisfacción hasta haberlo encontrado.

Así pasa con nosotros. Dios nos creó para el cielo, y no hay nada en esta vida terrenal que pueda satisfacer nuestro anhelo (Eclesiastés 3:11). Debemos ser como el salmón, que vive en el océano pero no pertenece a él, y que no encuentra descanso hasta haber regresado a su hogar.

Si los peces saben cuándo están en casa y cuándo no, ¿cuánto más intenso es este conocimiento para aquellos que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios?

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