¡EL RESUCITÓ!
PROFECÍA PROCLAMADA:
Salmo 16:9-10
La
muerte pensó que tenía la victoria cuando puso sus dedos helados y huesudos
sobre el Señor Jesucristo y lo encadenó con las ataduras de la muerte. Jesús
yacía frió, rígido y muerto en el sepulcro. La antigua reina Muerte aplaudió
con sus manos huesudas y vociferó con una risa ronca: “Lo tengo. Él es mió. Lo
voy a retener.”
Sin
embargo, después de tres días, el Señor Jesús se estremeció y majestuosamente
se levantó de su lugar de reposo. Jesús hizo más que sobrevivir la muerte. ¡Él
venció y destruyó la muerte!
Él
se levantó de esa cama de piedra, se volvió y doblo el sudario o tela que cubría
su cabeza (Juan 20:7). ¡Me fascina esto! Cuando los discípulos entraron
encontraron el sudario que estaba sobre su rostro, doblado. No hubo
apresuramiento. Él está completamente en control.
Existía
la cruel reina del terror, la
Muerte , sentada sobre su trono; mas en esta ocasión la Muerte tenía una mirada de
pavor en su rostro porque nunca nadie había hecho esto. Jesús empezó a caminar
hacia ella, alzando sus brazos la asió en el trono y la lanzó al suelo. La Muerte cobardemente se
arrinconó en aquella tumba que se convirtió en su calabozo. Jesús puso su
calcañar o talón en el cuello de la
Muerte e inclinándose despojo a la muerte de su aguijón.
Jesús colocó la corona sobre su propia cabeza y caminó fuera de ese sepulcro
como Salvador resucitado, vivo, victorioso. ¡Aleluya, qué gran Salvador!
PROFECÍA CUMPLIDA: Mateo
28:2-7
Al
leer el pensamiento de hoy. ¡Alabe a Dios que Él venció la muerte y resucitó!
Agradézcale que ya no estamos más desesperanzados, sino anticipamos resucitar
con Él.
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