“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” Sal. 51:1, 2
En
el Salmo 51, encontramos la historia del pecado del rey David. Él
cometió un horrible, odioso y perjudicial pecado, a pesar de ser
hijo de Dios. Yo espero encontrarme con David en el cielo. Él fue un
hombre conforme al corazón de Dios a pesar de haber cometido un
pecado tan abominable, terrible y despreciable. Lo que nosotros vemos
es esto: Si un cristiano está atado al pecado, está atado al
sufrimiento. No perderá su salvación, pero el sufrimiento viene
tras el pecado como la noche viene tras el día.
Primero
consideremos las consecuencias del pecado en la vida de un cristiano,
yluego pensemos sobre la limpieza del mismo.
Recuerde
que el Salmo 51 fue escrito por David después de haber vuelto su
corazón a Dios. Él recuerda las consecuencias de su pecado y
escribe su historia, un registro para que leamos y aprendamos. Usted
puede buscar una Biblia y tenerla abierta en el Salmo 51 a medida que
continuamos.
- EL PECADO ENSUCIA EL ALMA
Aquí
David está orando: “Oh
Dios, lávame; Oh Dios, límpiame”.
Pero él es un rey que viste túnicas reales, duerme en cama de seda,
se baña en tina de mármol con jabón perfumado, pero aún así se
siente mugriento, sucio. ¿Sabía que si usted es hijo de Dios y
peca, se sentirá espiritualmente sucio? Y si no se siente sucio
cuando peca, necesita preguntarse si ha llegado a ser salvo.
Ningúncerdo ha dicho alguna vez: “Me siento afligido porque estoy
sucio”. El hijo de Dios se da cuenta de que está sucio cuando
peca.
Mucha
gente tiene una forma de religión, pero nunca se ha limpiado. Ellos
han sido almidonados y planchados, pero nunca han sido lavados.
Tienen una suciedad que está presente todo el tiempo, al punto de
que en realidad nunca se sienten sucios. Pero cuando un verdadero
hijo de Dios peca, se siente sucio. Si usted es hijo de Dios y ha
pecado, se ha sentido así. Quiero decirle esto: Si usted puede pecar
sin sentirse sucio y mugriento espiritualmente, necesita preguntarse
si alguna vez ha llegado a ser salvo; si realmente conoce al Señor.
- EL PECADO DOMINA LA MENTE
En
el versículo 3, David dice: “Porque
yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de
mí”. Piense
en la expresión: “Y mi pecado está siempre delante de mí”. Día
y noche, noche y día, lo que David había hecho se había grabado de
tal manera en su conciencia, retumbaba tanto en su espíritu que todo
el tiempo estaba consciente de ello.
Una
prueba para saber si usted es salvo no es ver si puede pecar, sino
ver si puede pecar y simplemente ignorarlo, olvidarlo. Si usted es
hijo de Dios, el Espíritu Santo no le permitirá ignorarlo ni
olvidarlo. El Espíritu Santo pondrá su dedo en la llaga y hará
presión. David dijo: “Mi
pecado está siempre delante de mí”.
El pecado cometido dominaba su mente. Eso no significa que
conscientemente él estuviera pensando en el pecado todo el día. En
su corazón y en su vida puede haber pecado. Es probable que usted
esté intentando resolver un problema de matemáticas. Puede que en
ese preciso momento no esté pensando en ese pecado, pero no
significa que su pecado no esté siempre allí. Ahí está, ya sea en
su mente consciente o quizás peor, en su mente subconsciente. Usted
puede darle un empujón y quitarlo del frente de la puerta, pero él
rondará la casa y entrará por una ventana. Se presentará en su
subconsciente con un temperamento irritable, con desconcentración,
insomnio, falta de gozo. Su pecado estará allí noche y día. Si
usted sencillamente puede pecar y olvidarlo, necesita preguntarse:
“¿En realidad he sido salvo?”.
Hay
dos tipos de heridas que pueden llegar al alma humana, a la psiquis
humana:
Una
es la culpa y
otra la tristeza.
La tristeza es una herida limpia; dele tiempo y sanará, pero la
culpa es una herida sucia. Simplemente se infecta y sigue así sin
detenerse hasta que sea limpiada.
Por eso David ora: “Oh Dios, mi alma se siente sucia, mi mente está dominada por lo que he hecho”.
- EL PECADO DESHONRA AL SEÑOR
En
el versículo 4, David le dice a Dios: “Contra
ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos.
Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu
juicio”.
Piense sobre la primera parte del versículo donde él dice: “Contra
ti, contra ti solo he pecado”. Pero, ¿contra quién pecó
David? Al pensar en eso, usted podría decir: “Al cometer adulterio
David pecó contra su propio cuerpo. Obviamente también pecó contra
su familia. Y no sólo pecó contra su cuerpo y contra su familia;
pecó contra la nación de Israel”. Ninguno de estos pecados se
menciona. Él vio el pecado como lo que realmente es, ¡una
afrenta contra el Omnipotente Dios!
Como
David amaba a Dios, su corazón estaba roto. Por eso dijo: “Contra
ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos”.
Cuando
una persona quiere cometer adulterio, a veces planea una cita
clandestina, algún encuentro confidencial en algún lugar oculto.
Pero
David cayó en la cuenta: “Mi Dios, me estabas mirando. Tus ojos
vieron lo que hice. Oh Dios, Dios mío, Dios, el Dios que yo amo,
Señor, he pecado contra ti. No sólo he quebrantado tu ley, sino que
también he roto tu corazón”.
Un
hombre no salvo a veces se siente mal por lo que el pecado le hace.
Un hombre que es salvo se siente mal por lo que su pecado le hace a
Dios. Esa es la diferencia. ¿Qué es lo que asusta a un esclavo
cuando desobedece? El látigo. Pero cuando un hijo desobedece, es
lastimado por el desagrado que le causa a su padre. Cuando usted ama
a Dios, puede saber que es salvo cuando es el pecado, y no el
castigo, lo que carga en su conciencia. David posiblemente pensó:
“Mi pecado no sólo ha ensuciado mi alma, no sólo ha dominado mi
mente, ¡ha deshonrado a mi Dios! Dios, he pecado contra ti”.
- EL PECADO DEPRIME EL CORAZÓN
En
el versículo 8 de este salmo, David habla sobre las consecuencias de
su pecado: “Hazme
oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has
quebrantado”.
Está deprimido. No tiene alegría, no tiene gozo. ¡Parecía
emocionante mientras lo hacía, mientras estaba cometiendo el pecado!
Pero la Biblia dice:“Sabroso
es al hombre el pan mal adquirido; pero cuando haya llenado su boca,
se convertirá en cascajo”(Prov. 20:17)
David
había perdido su gozo. Mire el versículo 12: “Devuélveme
el gozo de tu salvación…”.No
dice: “Señor, restaura mi salvación”, porque la tenía. Pero
había perdido el gozo de tenerla.
La
persona más miserable sobre la tierra no es la que está perdida,
sino la que es salva pero no tiene comunión con Dios. Sólo una cosa
le puede quitar el gozo de su corazón; no son dos, ni tres, ni
cuatro; es sólo una, y esa es el pecado. Y sólo un tipo de pecado:
el suyo. Cuando alguien peca contra usted, ese es el pecado de esa
persona. Su reacción a lo que le hicieron a usted puede quitarle el
gozo. Si usted me golpeara en la cara, eso no podría quitarme la
alegría de mi corazón. Podría lastimarme y quitarme la felicidad,
pero no podría quitarme el gozo. Puede quitarle el gozo a usted,
pero no a mí. Si yo reaccionara contra usted de manera incorrecta,
eso sí que me quitaría el gozo.
A
propósito, si usted quiere ver lo que yo soy o lo que cualquier otra
persona es, no mire sus acciones, mire sus reacciones, pues estas
muestran lo que ellos realmente son. El golpearme en la cara
sencillamente le daría a usted una oportunidad de ver mi reacción.
Si usted quiere ver de qué está llena una persona, sólo mire lo
que sale de ella cuando es empujada. Si usted empuja a alguien y de
esa persona brota el enojo, entonces esa persona está llena de
enojo. Si usted empuja a alguien y lo que brota es Jesús, esa
persona está llena de Jesús. Si usted quiere saber lo que yo soy
realmente, obsérveme cuando alguien me quita el lugar en un
estacionamiento o me cierra el pasoen la autopista. Al ver cómo
reacciono, usted conocerá a la persona real que soy.
Lo
que estoy diciendo es que el gozo debe ser constante, sin importar lo
que cualquier otra persona haga. Pero usted dice: “Bien, espere un
momento, yo no puedo estar contento todo el tiempo”. Estoy de
acuerdo con usted, uno no puede estar contento todo el tiempo. Yo no
estoy hablando de felicidad, estoy hablando de gozo. Hay una
diferencia entre felicidad y gozo. La felicidad depende de lo que
pasa. Por eso la llamamos felicidad. Si lo que a usted le sucede es
bueno, usted estará feliz. Si lo que le sucede es malo, no estará
feliz. A veces nos pasan cosas malas; no podemos esperar estar
contentos todo el tiempo. Usted no querría estar contento todo el
tiempo. Se enfermaría y se cansaría de estar contento todo el
tiempo. Usted no tiene que estar siempre con una sonrisa en su
rostro. Estar contento todo el tiempo sería como comer helado en
cada comida. Jesús fue un hombre de dolores. Él lloró. No estuvo
feliz todo el tiempo, pero estaba lleno de gozo. Al enfrentar la
cruz, habló con sus discípulos y les dijo: “Estas
cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo
sea cumplido” (Juan
15:11). Enfrentaba el Calvario cruel pero hablaba de gozo. No es de
extrañar que Pablo pudiera escribir desde una atroz prisión este
mandato: “¡Regocijaos
en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses
4:4). El gozo del Señor es constante, y es nuestra fortaleza. La
felicidad es como un termómetro que registra las
circunstancias. El gozo es como un termostato que controla las
circunstancias.
Es
maravilloso cuando usted puede experimentar, al mismo tiempo, la
felicidad y el gozo. Esos son tiempos extraordinarios. Quizá usted
esté pasando unas vacaciones maravillosas. Está con su familia, y
se está divirtiendo mucho. Cuando usted está con otros cristianos
que aman al Señor y oran unos por otros, el gozo del Señor está
presente.
Realmente,
es maravilloso cuando la felicidad y el gozo vienen juntos. Cuando la
felicidad se va, el gozo se vuelve lo más importante. Y a veces Dios
le da gozo, no para quitar el dolor, sino para ayudarle a soportarlo.
Y en medio del
insoportable dolor, puede haber un gozo sobrenatural. Barbara Johnson lo plantea de esta manera: “El dolor es inevitable, pero la miseria es opcional”.
insoportable dolor, puede haber un gozo sobrenatural. Barbara Johnson lo plantea de esta manera: “El dolor es inevitable, pero la miseria es opcional”.
- EL PECADO ENFERMA EL CUERPO
El
pecado, sin arrepentimiento, puede hacer que su cuerpo realmente se
enferme. Vea de nuevo el versículo 8: “Hazme
oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has
quebrantado” Recuerde
que esto es poesía.
David
no tiene una fractura, pero habla de huesos rotos. Está usando una
figura literaria.
Hoy
nosotros hacemos lo mismo. Alguna vez usted ha dicho: “me aplastó”.
Bien, ¿qué quiere decir? No significa que alguien lo puso en un
compresor de basura, sino que fue estrujado, que se ejerció presión
sobre usted. Y David está diciendo algo como: “Dios, me estás
oprimiendo. Hazme oír gozo y alegría para que los huesos que has
roto se puedan regocijar”.
A
veces tenemos la idea de que si pecamos, Dios sencillamente nos va a
expulsar. ¡Oh, no!, él no nos echa fuera, pero sí nos oprime con
más fuerza. Dios estaba ejerciendo presión sobre David, y por eso
David expresa esas palabras ante el Señor. Esa era una de las
maneras como podía saber que era salvo. Dios no lo iba a dejar ir
debido al pecado que había en su vida, sino que sencillamente lo
apretó más fuerte.
¿Por
cuánto tiempo puede alguien soportar esa presión en su vida sin que
su cuerpo se afecte? En Proverbios 17:22, la Biblia dice: “El
corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los
huesos”.
Así como el gozo es medicinal, el abatimiento es venenoso. Vemos que
David se encuentra bajo una terrible presión. Cuando una persona
está bajo presión psicológica y espiritual, su cuerpo se puede ver
afectado. A eso lo llamamos “enfermedad psicosomática”. Psicho
quiere decir “mente”; soma “cuerpo”. La mente hace que el
cuerpo se enferme, incluso por causa de cosas muy comunes.
¿Hay
aspirinas?
Permítame
darle una ilustración. Una madre llama porque la cena está lista.
Entonces
papá y mamá junto con su hija y su hijo se sientan a tomar la
deliciosa cenaque la madre ha preparado. Todo está bien hasta que el
hermano pregunta:
-Papá,
¿puedo usar el carro esta noche?
-No, no lo puedes usar hoy porque lo usaste anoche. Esta noche me toca a mí -dice la hermana.
-Tú cállate. No estaba hablando contigo. Estaba hablando con papá -le dice el hermano a la hermana.
-No uses la palabra cállate. Nosotros no hablamos así en nuestra casa -interviene el papá.
-Pero ella comenzó -dice el hermano.
-Miren chicos, ¡cierren la boca! -interviene, otra vez, el papá. Entonces, la madre también interviene:
-Acabas de decir que no dijeran “cierra la boca”.
-¡Tú, cierra la boca! -responde el papá.
Y entonces el hermano, la hermana, el padre y la madre se envuelven en una discusión. La cena se enfría y al final sólo comen unos pocos bocados. Todos se levantan y se van de la mesa. Treinta minutos después uno de ellos pregunta:
-No, no lo puedes usar hoy porque lo usaste anoche. Esta noche me toca a mí -dice la hermana.
-Tú cállate. No estaba hablando contigo. Estaba hablando con papá -le dice el hermano a la hermana.
-No uses la palabra cállate. Nosotros no hablamos así en nuestra casa -interviene el papá.
-Pero ella comenzó -dice el hermano.
-Miren chicos, ¡cierren la boca! -interviene, otra vez, el papá. Entonces, la madre también interviene:
-Acabas de decir que no dijeran “cierra la boca”.
-¡Tú, cierra la boca! -responde el papá.
Y entonces el hermano, la hermana, el padre y la madre se envuelven en una discusión. La cena se enfría y al final sólo comen unos pocos bocados. Todos se levantan y se van de la mesa. Treinta minutos después uno de ellos pregunta:
-¿Hay
aspirinas?
¿Qué
ha sucedido? Usted lo sabe muy bien. El cuerpo reacciona con el
corazón, la mente y el espíritu. Leí un artículo donde se decía
que los cambios bruscos de temperamento de una
madre pueden producir cólicos al bebé que está lactando. Somos una unidad. Estamos relacionados unos con otros. Cuando leemos otros salmos, parece como si David realmente estuviera físicamente enfermo. Yo creo que era resultado directo de su pecado.
madre pueden producir cólicos al bebé que está lactando. Somos una unidad. Estamos relacionados unos con otros. Cuando leemos otros salmos, parece como si David realmente estuviera físicamente enfermo. Yo creo que era resultado directo de su pecado.
En
1 Corintios 11:30, Pablo exhorta a los corintios por haber actuado
irreverentemente en la Cena del Señor. Él dice: “Por
eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados, y muchos
duermen”.
Se refería a que estaban muertos debido al pecado en su vida. El
pecado enferma el cuerpo. El corazón alegre y el gozo del Señor son
una medicina maravillosa. La Biblia dice: “…el
gozo de Jehovah es vuestra fortaleza” (Nehemías
8:10). Cuando usted está feliz en Jesús, duerme mejor. Cuando está
alegre, usted digiere su comida, sus jugos gástricos fluyen, sus
glándulas funcionan cuando deben hacerlo, porque hay gozo en el
Señor.
- EL PECADO ESTROPEA EL ESPÍRITU
Ciertamente
el pecado degenera el espíritu. David dice: “Crea
en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro
de mí” (v.
10). El espíritu de David estaba amargado y estropeado. Le voy a
hacer una confesión: Si yo tuviera que elegir un compañero para
realizar algún trabajo durante el día, preferiría estar con un
pecador que no ha sido salvo que con un salvo sin comunión con Dios.
Las personas salvas, que no tienen comunión con Dios, son
irritables, abusivas y difíciles de tratar.
Algunas
de las personas más irritables que usted haya conocido en la vida
son cristianos sin comunión espiritual. Tienen un espíritu amargado
y nada les agrada.
Usted
sabe, ningún plato en la mesa puede verse bien si usted sufre de
indigestión.
A esas personas nada les agrada. Usted puede saber cuando una persona está volviendo a sus malos hábitos. En una iglesia, esas personas empiezan a tener un espíritu crítico. En toda iglesia hay suficientes personas y cosas para criticar. Si usted se enfoca en eso, simplemente mire a su alrededor. Cuando la gente está reincidiendo en pecado, deja de poner su mirada en el Señor y empieza a ponerla en los errores de aquellos por quienes Jesús murió. Y David, como usted verá, tenía un espíritu crítico.
A esas personas nada les agrada. Usted puede saber cuando una persona está volviendo a sus malos hábitos. En una iglesia, esas personas empiezan a tener un espíritu crítico. En toda iglesia hay suficientes personas y cosas para criticar. Si usted se enfoca en eso, simplemente mire a su alrededor. Cuando la gente está reincidiendo en pecado, deja de poner su mirada en el Señor y empieza a ponerla en los errores de aquellos por quienes Jesús murió. Y David, como usted verá, tenía un espíritu crítico.
Su
espíritu estaba contaminado.
Permítame
ilustrar a qué me refiero:
Natán el profeta, que era como el pastor de David, vino a hacer un reclamo. Recuerde que David había cometido adulterio, y que con el fin de encubrirlo hizo que Urías el hitita, marido de Betsabé, fuera asesinado en batalla. Al saberlo Natán, fue ante el rey y le dijo algo así: “Rey, hay un asunto que usted debe juzgar. Es algo de lo que usted debe hacerse cargo. En el reino hay un hombre que tiene todo lo que su corazón pueda desear, casas, tierras, rebaños, hatos y una familia grande. Él vivía al lado de un hombre que no tenía nada, excepto una querida corderita. Esta era como una de sus hijas, comía de su propia mesa”. Siguió diciendo: “Y rey, cuando el hombre rico tuvo un invitado en su casa, fue y tomó a la querida corderita del hombre pobre, la mató y la asó, y se la dio al forastero. Rey David, ¿qué cree usted que se le debe hacer a ese hombre?”.
Natán el profeta, que era como el pastor de David, vino a hacer un reclamo. Recuerde que David había cometido adulterio, y que con el fin de encubrirlo hizo que Urías el hitita, marido de Betsabé, fuera asesinado en batalla. Al saberlo Natán, fue ante el rey y le dijo algo así: “Rey, hay un asunto que usted debe juzgar. Es algo de lo que usted debe hacerse cargo. En el reino hay un hombre que tiene todo lo que su corazón pueda desear, casas, tierras, rebaños, hatos y una familia grande. Él vivía al lado de un hombre que no tenía nada, excepto una querida corderita. Esta era como una de sus hijas, comía de su propia mesa”. Siguió diciendo: “Y rey, cuando el hombre rico tuvo un invitado en su casa, fue y tomó a la querida corderita del hombre pobre, la mató y la asó, y se la dio al forastero. Rey David, ¿qué cree usted que se le debe hacer a ese hombre?”.
David enfurecido, saltó de su trono y dijo: “El hombre que ha hecho eso pagará cuatro veces”. Entonces Natán le dijo: “¡Tú eres ese hombre!” (ver 2Samuel 12). Natán usó una parábola para mostrarle a David cómo se había amargado su espíritu. Observe lo rápido que David juzgó al otro hombre. Lo juzgó por haberse robado una corderita. Pero él se había robado una mujer. Él juzgó a alguien por matar un animal, pero él había matado a un ser humano. Con una viga en su propio ojo, quiso intentar sacar la paja del ojo de otra persona. El que recae en pecado siempre actúa deesa manera. Siempre tiene un espíritu amargado y vil que encuentra fallas en todos los demás.
Hace
unos años, escuché la historia de un hombre en cierta iglesia. Era
una iglesia pequeña, y las iglesias pequeñas tienen sus propios
guardianes. Son personas que creen que Dios las ha puesto y ungido
para asegurarse de que todo vaya bien en su iglesia.
Un
hombre abrió la puerta de un armario de escobas y encontró cinco
escobas nuevas. Entonces fue a buscar al tesorero de la iglesia y le
preguntó:
-¿Por
qué hemos gastado tanto dinero en cinco escobas? No estamos
alcanzando nuestro presupuesto, pero tenemos cinco escobas en ese
armario. Como el tesorero no lo pudo calmar, terminó hablando con el
pastor. El pastor le dijo:
-Bien, hermano, yo no sé. Quizá había oferta de escobas. Quizá usamos muchas escobas, pero son sólo cinco escobas. No pierda la comunión por cinco escobas. Sin embargo, más tarde mientras el tesorero tomaba café con el pastor, el hombre le dijo al pastor:
-Bien, hermano, yo no sé. Quizá había oferta de escobas. Quizá usamos muchas escobas, pero son sólo cinco escobas. No pierda la comunión por cinco escobas. Sin embargo, más tarde mientras el tesorero tomaba café con el pastor, el hombre le dijo al pastor:
-Pastor,
es fácil entender: ¿Cómo se sentiría usted si viera todo lo que
le hubiera dado a la iglesia durante el último año invertido
en cinco escobas?
Las
personas que no están en comunión con Dios son rápidas para
encontrar las fallas de los demás. Si usted quiere, siempre puede
encontrar fallas porque sencillamente todos somos una sociedad de
pecadores que al fin y al cabo nos dimos cuenta de eso y nos unimos
para hacer algo al respecto.
- EL PECADO DESTRUYE EL TESTIMONIO
Aquí
tenemos a David, un hombre conforme al corazón de Dios que amaba a
Dios, pero cometió un horrible pecado. El pecado no sólo degenera
el espíritu, sino que destruye el testimonio. Esta es una de las
peores cosas que pueden ocurrir en la vida de un hijo de Dios por
causa del pecado. Observe el Sal. 51:14: “Líbrame
de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará
mi lengua tu justicia”.
¿Sabe
usted por qué la gente no canta en el servicio de alabanza? Porque
no está llena del Espíritu. Simplemente está llena de pecado. No
tiene nada para cantar. Han perdido su canción porque han perdido su
testimonio.
Mire
el versículo 15: “Señor,
abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza”.
David no estaba alabando a Dios porque sus labios estaban sellados.
Su pecado había destruido su testimonio y la alabanza se había
secado. No estaba conduciendo almas a Cristo por lo que dice en los
versículos 12, 13: “Devuélveme
el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente.
Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores
se convertirán a ti”. ¿Puede
ver lo que pasó? No había alabanza, no había canción, ningún
alma ganada. ¿Por qué? Se lo diré: porque el pecado había
destruido su testimonio.
A
veces en la iglesia usted verá personas que apenas se sientan con
sus brazos cruzados. Parece que dijeran: “Bendíceme si puedes”.
¿Y por qué no están alabando a Dios? ¿Por qué no están en
comunión? ¿Por qué no están gozosos? ¿Por qué no pueden decir:
“Gloria a Dios”? ¿Por qué no pueden alzar sus corazones a Jesús
en alabanza? Porque algo anda mal por dentro.
Andrew
Murray dijo: Hay dos clases de cristianos, los ganadores de almas y
los reincidentes.
Manley
Beasley decía: “Si usted está bien con Dios, tendrá que evitar
reincidir en el pecado para ganar almas”.
¿Cuáles
son las consecuencias del pecado en un cristiano?
Ensucia
el alma, domina la mente, deshonra al Señor, deprime el corazón,
enferma el cuerpo, degenera el espíritu y destruye el testimonio.
¿Puede
pecar un cristiano? Sí, lo puede hacer.
¿Puede
un cristiano pecar y no sufrir? No, recuerde que el hombre más
miserable sobre la Tierra no es el que no es salvo, sino el
hombre que es salvo y no tiene comunión con
Dios.
_______________________________________________________________
Tomado del libro “Lo que cada cristiano debe conocer”
de Adrián Roger
_______________________________________________________________
Tomado del libro “Lo que cada cristiano debe conocer”
de Adrián Roger
No hay comentarios:
Publicar un comentario