DÍA
24: EL AMOR EN OPOSICIÓN A LA LUJURIA
El
mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:17)
Adán
y Eva tenían todo lo que necesitaban en el jardín del Edén. Tenían
comunión con Dios e intimidad entre ellos. A pesar de esto, cuando a
Eva la engañó la serpiente, vio el fruto prohibido y lo deseó con
todo su corazón. Poco tiempo después, Adán participó de sus
deseos y, en contra del mandamiento de Dios, los dos comieron. Así
es la evolución: Desde los ojos al corazón y luego a la acción.
Después, vienen la vergüenza y el arrepentimiento. Nosotros también
tenemos todo lo que necesitamos para una vida plena, productiva y
enriquecedora. “Nada hemos traído al mundo, así que nada podemos
sacar de él” (1 Timoteo 6:7). La Biblia va más allá y dice que
deberíamos contentarnos con tenerla comida y la vestimenta esencial.
Y Jesús prometió que estas dos cuestiones nunca les faltarían a
los hijos de Dios (Mateo 6:25-33). Sin embargo, las bendiciones de
Dios sobrepasan tanto estas necesidades básicas que podríamos decir
que no nos falta nada. Aun así, al igual que Adán y Eva, queremos
más. Así que ponemos los ojos y el corazón en la búsqueda del
placer mundano. Intentamos satisfacer necesidades legítimas de
maneras ilegítimas. Muchos buscan satisfacción sexual en otra
persona o en imágenes pornográficas diseñadas para que se parezcan
a una persona real. Miramos, clavamos los ojos y fantaseamos.
Intentamos ser discretos pero apenas si apartamos la vista.
Y una vez
que la curiosidad está en nuestros ojos, el corazón se enreda.
Entonces, actuamos en función de nuestra lujuria. También podemos
codiciar posesiones, poder o tener una ambición orgullosa. Vemos lo
que tienen los demás y lo queremos. Nuestro corazón se engaña y
piensa: “Si sólo tuviera esto podría ser feliz”. Entonces,
tomamos la decisión de conseguirlo. “Pero los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y
dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición”
(1 Timoteo 6:9). La lujuria se opone al amor. Significa desear con
pasión algo prohibido. Y en el caso de un creyente, es el primer
paso para salir de la comunión con el Señor y con los demás. Esto
se debe a que cada objeto de tu lujuria (ya sea un joven compañero
de trabajo o una actriz, codiciar una casa de medio millón de
dólares o un auto deportivo) representa el comienzo de una mentira.
La persona o la cosa que parece prometer una satisfacción absoluta
se asemeja más a un pozo sin fondo de anhelos insatisfechos.
La
lujuria siempre genera más lujuria. “¿Por qué hay enemistades y
riñas entre ustedes? ¿Será que en el fondo del alma tienen un
ejército de malos deseos?” (Santiago 4:1 BAD, paráfrasis). La
lujuria logra que estés descontento con tu cónyuge. Genera enojo,
adormece el corazón y destruye los matrimonios. Lleva a la
desolación en lugar de a la plenitud. Es hora de desenmascarar a la
lujuria y mostrar qué es en verdad: una sed equivocada de
satisfacción que solo Dios puede saciar. La lujuria es como una luz
de advertencia en el tablero de mandos de tu corazón, que te alerta
si no estás permitiendo que el amor de Dios te llene. Cuando tienes
los ojos y el corazón puestos en Él, tus acciones te guiarán a un
gozo duradero en lugar de a ciclos interminables de reproche y
condenación.
“Su
divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la
piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó
por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha concedido
sus preciosas y maravillosas promesas a fin de que por ellas lleguéis
a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la
corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia” (2
Pedro 1:3-4). ¿Estás cansado de que la lujuria te mienta? ¿Estás
harto de creer que los placeres prohibidos pueden mantenerte feliz y
contento? Entonces, comienza a poner tus ojos en la Palabra de Dios.
Deja que sus promesas de paz y libertad se abran paso en tu corazón.
A diario, recibe el amor incondicional que Él ya te ha probado por
medio de la cruz. Concéntrate en ser agradecido por todo lo que Dios
ya te dio en lugar de elegir el descontento. Descubrirás que lo que
Él provee te llena tanto que ya no necesitas la comida chatarra de
la lujuria. Y mientras tanto, vuelve a poner los ojos y el corazón
en tu cónyuge. “Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer
de tu juventud […] Su amor te embriague para siempre. ¿Por qué
has de embriagarte, hijo mío, con una extraña, y abrazar el seno de
una desconocida? Pues los caminos del hombre están delante de los
ojos del Señor, y Él observa todos sus senderos” (Proverbios
5:18-21). “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan
2:15). La lujuria es lo mejor que este mundo tiene para ofrecer, pero
el amor te ofrece la mejor vida del mundo.
El
desafío de hoy
PONLE
FIN AHORA.
IDENTIFICA TODO OBJETO DE LUJURIA EN TU VIDA Y QUÍTALO. DISTINGUE
CADA MENTIRA QUE HAS TRAGADO AL BUSCAR EL PLACER PROHIBIDO Y
RECHÁZALA. NO SE PUEDE PERMITIR QUE LA LUJURIA VIVA EN UNA
HABITACIÓN TRASERA. HAY QUE MATARLA Y DESTRUIRLA (HOY MISMO) Y
REEMPLAZARLA CON LAS PROMESAS DE DIOS Y CON UN CORAZÓN LLENO DE SU
AMOR PERFECTO. _
_.
¿Qué área de lujuria identificaste? ¿Qué precio te ha hecho
pagar con el tiempo? ¿Cómo te ha alejado de la persona que quieres
ser? Escribe sobre tu nuevo compromiso de buscar a Dios (y a tu
cónyuge) en lugar de ir detrás de deseos insensatos.
ANDAD
COMO LIBRES, PERO NO USÉIS LA LIBERTAD COMO PRETEXTO PARA LA MALDAD.
(1º Pedro 2:16)
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