DÍA
23: EL AMOR SIEMPRE PROTEGE
[El
que ama] defiende con firmeza, 1 Corintios 13.7
(BAD,
paráfrasis) Muchas
cuestiones conforman el matrimonio; entre ellas, las alegrías, las
penas, los logros y los fracasos. Sin embargo, cuando piensas cómo
quieres que sea el matrimonio, lo último que se te ocurre es un
campo de batalla. No obstante, deberías estar más que dispuesto a
pelear algunas para proteger a tu cónyuge. Por desgracia, tu
matrimonio tiene enemigos exteriores. Vienen en distintas formas y
utilizan distintas estrategias, pero sin dudas, conspirarán para
destruir tu relación a menos que sepas cómo protegerte. Algunos
enemigos son inteligentes y parecen atractivos, pero debilitan el
amor y el aprecio entre ustedes.
Otros, intentan alejar tu corazón
de tu cónyuge, proporcionándote fantasías dañinas y comparaciones
poco realistas. Es una batalla que debes pelear para proteger tu
matrimonio: una batalla en la cual el amor se coloca la armadura y
toma una espada para defender lo que le pertenece. Tu cónyuge y tu
matrimonio necesitan tu protección constante de obstáculos como
estos: Las influencias dañinas. ¿Permites que ciertos hábitos
envenenen tu hogar? Internet y la televisión pueden ser
adquisiciones productivas y placenteras para tu vida, pero también
pueden proveer un contenido destructivo y quitarle preciosas horas a
tu familia. Lo mismo sucede con los horarios de trabajo que los
mantienen separados durante una cantidad de tiempo poco saludable. No
puedes proteger tu hogar si casi nunca estás; tampoco si estás
desconectado de la relación.
Debes luchar para mantener el
equilibrio. Las relaciones poco saludables. No todos tienen lo
necesario para ser buenos amigos. No todos los hombres con los que
cazas y pescas hablan con prudencia en lo que se refiere a cuestiones
del matrimonio. No todas las mujeres con las que te juntas a almorzar
tienen una buena perspectiva con respecto al compromiso y las
prioridades. A decir verdad, cualquier persona que socave tu
matrimonio no merece recibir el título de “amigo”. Y por cierto,
debes estar siempre alerta y no permitir que las relaciones con el
sexo opuesto en el trabajo, el gimnasio e incluso en la iglesia te
alejen, en el ámbito emocional, de la persona a la que ya le diste
tu corazón. La vergüenza.
Todos sienten algo de inferioridad y
debilidad. Y como el matrimonio deja todo al descubierto tanto para
ti como para tu cónyuge, es necesario que protejas la vulnerabilidad
de tu esposo o esposa y nunca hables en forma negativa sobre tu
cónyuge en público. Sus secretos son tus secretos (a menos, por
supuesto, que presuman conductas destructivas que te pongan a ti, a
tus hijos o a tu pareja en grave peligro). Por lo general, el amor
esconde las fallas de los demás. Cubre su vergüenza. Los parásitos.
Cuidado con los parásitos. Un parásito es cualquier ente que se te
prenda a ti o a tu cónyuge y le quite la vida a tu matrimonio. En
general, tienen la forma de alguna adicción, como los juegos de
azar, las drogas o la pornografía. Prometen placer pero crecen como
una enfermedad y consumen más y más tus pensamientos, tu tiempo y
tu dinero. Les roban tu lealtad y tu corazón a las personas que
amas. Los matrimonios casi nunca sobreviven si hay parásitos. Si
amas a tu cónyuge, debes destruir cualquier adicción que tenga
control sobre tu corazón. Si no lo haces, te destruirá.
La
Biblia habla sin rodeos acerca de esta función protectora, a menudo
mediante el uso de la analogía de un pastor. Dios advirtió: “Mi
rebaño se ha convertido en presa […] en alimento para todas las
fieras del campo”. ¿Cómo? “Por falta de pastor”. No porque
estos hombres fueran demasiado débiles para cumplir con su tarea,
sino porque no prestaban atención. En lugar de vigilar para
asegurarse de que los predadores no robaran ovejas, “los pastores
se han apacentado a sí mismos y no han apacentado mi rebaño”
(Ezequiel 34:8). Atendían sumamente bien sus necesidades y apetitos
pero no se ocupaban demasiado de la seguridad de los que estaban bajo
su cuidado. Esposa: tienes la función de protectora de tu
matrimonio. Debes guardar tu corazón y no dejar que se aleje con las
novelas, las revistas y otras formas de entretenimiento que empañan
tu percepción de la realidad y le imponen expectativas injustas a tu
esposo. En cambio, debes hacer tu parte para ayudarlo a sentirse
fuerte, mientras evitas las fantasías televisivas que pueden alejar
tu corazón de tu familia. “La mujer sabia edifica su casa, pero la
necia con sus manos la derriba” (Proverbios 14:1). Esposo: Eres la
cabeza de tu hogar. Eres el responsable ante Dios de proteger la
puerta y mantenerte firme contra cualquier cosa que amenace a tu
esposa o a tu matrimonio. No es una tarea insignificante. Requiere un
corazón valiente y una mente de acción preventiva. Jesús dijo: “Si
el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a
venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que
entrara en su casa” (Mateo 24:43). Este es tu papel. Tómalo en
serio.
El
desafío de hoy
Quita
todo obstáculo para la relación, cualquier adicción o influencia
que te robe sentimientos y aleje tu corazón de tu cónyuge. __Haz
una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿De qué
te deshiciste primero? ¿Necesitas quitar más cosas? ¿Qué esperas
lograr en tu vida, en tu matrimonio y en tu relación con Dios al
quitarlas
cosas
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