DÍA
28: EL AMOR SE SACRIFICA
Él
puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras
vidas por los hermanos, (1 Juan 3:16)
La
vida puede ser difícil. Aunque, por lo general, queremos decir que
nuestra vida puede ser difícil. Cuando a nosotros nos maltratan o
nos causan molestias, somos los primeros en sentirlo. Con rapidez,
nos ponemos de malhumor cuando somos nosotros los que percibimos que
se nos priva de algo o no se nos aprecia. Cuando la vida nos resulta
difícil, nos damos cuenta. Sin embargo, muchas veces, la única
forma de darnos cuenta de que la vida es difícil para nuestro
cónyuge es cuando comienza a quejarse. Entonces, en lugar de
preocuparnos de verdad o de correr a ayudar, quizá pensemos que
tiene una mala actitud. No nos damos cuenta del dolor y la presión
que él atraviesa de la misma manera que lo hacemos con nuestro dolor
y nuestras presiones. Cuando queremos quejarnos, esperamos que todos
comprendan y se compadezcan de nosotros. Esto no sucede cuando hay
amor. No es necesario que las señales evidentes de angustia
despierten de un sacudón al amor. Antes de que las preocupaciones y
los problemas comiencen a asediar a tu cónyuge, el amor ya se ha
puesto en acción. Discierne la carga que se comienza a acumular e
interviene para ayudar porque el amor quiere que seas sensible con tu
cónyuge. El amor se sacrifica. Te mantiene tan sintonizado con las
necesidades de tu pareja que a menudo respondes sin que te lo pida. Y
cuando no te das cuenta de antemano y tu cónyuge debe decirte lo que
sucede, el amor va directamente al centro del problema.
Aun
cuando la tensión de tu pareja se exterioriza en palabras de
acusación personal, el amor demuestra compasión en lugar de ponerse
a la defensiva. Te inspira a decir “no” a lo que quieres para
decir “sí” a lo que tu cónyuge necesita. Es lo que hizo Jesús.
“Puso su vida por nosotros” para mostrarnos que “debemos poner
nuestras vidas” por los demás. Nos enseñó que el amor se hace
evidente al ver una necesidad en los demás y hace todo lo que puede
para satisfacerla. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve
sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
vinisteis a mí” (Mateo 25:35-36). Esta es la clase de necesidades
que deberías buscar en tu esposa o tu esposo. En lugar de andar
enojado porque no te trata como crees que debería, deja que el amor
te saque de la autocompasión y vuelva tu atención a las necesidades
de tu cónyuge. ¿Tiene “hambre” (te necesita sexualmente, aún
cuando no tengas ganas)? ¿Tiene “sed” (anhela el tiempo y la
atención que pareces poder darle a todos los demás)? ¿Se siente
como un “forastero” (inseguro en su trabajo, con la necesidad de
que el hogar sea un refugio y un santuario)? ¿Está “desnudo”
(necesitado de la cálida cobertura de tu afirmación amorosa)? ¿Se
siente “enfermo” (con cansancio físico y con la necesidad de que
lo ayudes a protegerse de las interrupciones)? ¿Se siente en una
“prisión” (temeroso y deprimido, con la necesidad de algo de
seguridad e intervención)?
El
amor está dispuesto a sacrificarse para estar seguro de que des lo
mejor de ti para satisfacer las necesidades de tu pareja. Cuando tu
cónyuge se siente abrumado y con la soga al cuello, el amor te llama
a que dejes de lado lo que parece esencial en tu propia vida para
ayudar, aunque más no sea con el regalo de escuchar. A menudo, lo
único que necesita es hablar de la situación. Necesita ver en tus
ojos atentos que te importa de verdad lo que esto le cuesta y que
quieres ayudarlo a buscar respuestas. Necesita que ores con él para
saber qué hacer, y que estés pendiente de cómo van las cosas. Las
palabras “¿Cómo puedo ayudarte?” deben estar siempre en tus
labios. Quizá, la solución te resulte sencilla, o puede ser
compleja y costosa, y requiera tiempo, energía y un gran esfuerzo.
De cualquier manera, deberías hacer todo lo que puedas para
satisfacer las verdaderas necesidades de la persona que es parte de
tu ser. Después de todo, cuando la ayudas, también te ayudas a ti
mismo. Es lo bueno de sacrificarte por tu cónyuge. Jesús lo hizo
por nosotros. Y nos da la gracia para hacerlo por los demás. Cuando
los creyentes del Nuevo Testamento comenzaron a caminar en amor, su
vida juntos se caracterizaba por compartir las cosas y por el
sacrificio. Su motivación era alabar al Señor y servir a su pueblo.
“Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las
cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los
compartían con todos, según la necesidad de cada uno” (Hechos
2:44-45), Como le dijo Pablo a una de estas iglesias más adelante:
“Y yo muy gustosamente gastaré lo mío, y aún yo mismo me gastaré
por vuestras almas” (2 Corintios 12:15). Las vidas que han sido
resucitadas por el sacrificio de Jesús deberían estar listas y
dispuestas a hacer sacrificios diarios para satisfacer las
necesidades de los demás.
El
desafío de hoy
¿Cuál
es la mayor necesidad en la vida de tu cónyuge en este momento?
¿Puedes sacarle alguna necesidad de los hombros si haces un
sacrificio audaz? No importa si la necesidad es grande o pequeña,
proponte hacer lo que puedas para satisfacerla.
__Haz
una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿Qué
parte del estrés de tu cónyuge se produce por tu falta de
preocupación o de iniciativa? Cuando expresaste tu deseo de ayudar,
¿cómo lo recibió? ¿Puedes cubrir alguna otra necesidad? Llevad
los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
(Calatas 6:2)
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