DÍA
29: LA MOTIVACIÓN DEL AMOR
Servid
de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres. (Efesios
6:7)
No
hace falta demasiada experiencia para descubrir que tu cónyuge no
siempre motivará tu amor. Es más, muchas veces lo desmotivará. Más
veces de las que quisieras, parecerá difícil encontrar la
inspiración para demostrar tu amor. Quizá ni siquiera lo reciba
cuando intentes expresarlo. Así es la naturaleza de la vida, incluso
en matrimonios bastante saludables. Sin embargo, aunque los cambios
de humor y los sentimientos pueden crear toda clase de objetivos para
la motivación, podemos estar seguros de que uno permanecerá siempre
en el mismo lugar. Cuando Dios es tu razón para amar, tu capacidad
de amar está garantizada. Esto se debe a que el amor viene de su
parte. Piénsalo de la siguiente manera. Cuando eras un niño, tus
padres establecían reglas a seguir. Te ibas a dormir a cierta hora,
tu habitación debía estar bastante limpia. Debías terminar la
tarea escolar antes de poder jugar… Si eres como la mayoría de las
personas, te apartabas de las reglas tanto como las obedecías. Y de
no ser por el incentivo de la fuerza y las penitencias, quizá no las
hubieras obedecido nunca; pero si en el camino conociste a Cristo o
recibiste alguna enseñanza bíblica, es probable que hayas escuchado
esta idea: “Hijos, sed obedientes a vuestros padres en todo, porque
esto es agradable al Señor” (Colosenses 3:20). Si lo tomaste en
serio, sabías que ya no solo debías responder a tus padres. Dejó
de ser una batalla de voluntades entre ti y una figura de autoridad
de carne y hueso. Ahora, debías responderle a Dios. Tu mamá y tu
papá eran simplemente los intermediarios. Sin embargo, resulta que
la relación entre padres e hijos no es lo único que mejora cuando
dejas que Dios sea tu motivación. Considera las siguientes áreas en
las que agradarle debería transformarse en tu objetivo: El trabajo.
“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no
para los hombres” (Colosenses 3:23). El servicio. “Obedeced en
todo a vuestros amos en la tierra, no para ser vistos, como los que
quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón,
temiendo al Señor” (Colosenses 3:22). Todo. Es necesario
esforzarse en “todo lo que hagáis […] sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a
quien servís” (Colosenses 3:23-24). Aún el matrimonio. “Mujeres,
estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor”
(Colosenses 3:18). “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella” (Efesios
5:25). El amor que se exige de tu parte en el matrimonio no depende
de la dulzura ni de lo adecuado de tu cónyuge. El amor entre esposo
y esposa debería tener un objetivo principal: honrar al Señor con
devoción y sinceridad. La bendición que recibe nuestro amado en el
proceso es simplemente un maravilloso beneficio adicional. Este
cambio de visión y perspectiva es crucial para un cristiano. Poder
despertarte sabiendo que Dios es tu fuente y tu provisión (no solo
para tus propias necesidades sino también para las de tu cónyuge)
cambia por completo el fundamento para interactuar con tu pareja.
Esta persona imperfecta ya no decide cuánto amor mostrarás sino que
tu Dios perfecto en todo es el que puede usar aún a una persona con
fallas como tú para otorgar favor amoroso a otra.
¿Se
ha vuelto difícil convivir con tu esposa últimamente? ¿Su lentitud
para superar un desacuerdo te está agotando la paciencia? ¿No puede
parar un poco? No le niegues tu amor sólo porque no piensa como tú.
Ámala “como al Señor”. ¿Tu esposo te deja de lado, no dice
demasiado y parece estar meditando en algo de lo que no quiere
hablar? ¿Te sientes herida por su falta de disposición a abrirse?
¿Estás cansada de que sea tan brusco contigo y que ni siquiera les
responda bien a los niños? No reacciones con una doble dosis de
silencio y desinterés. Ámalo de todas formas “como al Señor”.
El amor al cual sólo lo motiva el deber no puede resistir demasiado.
Y el amor al cual sólo lo motivan las condiciones favorables nunca
puede estar seguro de recibir suficiente oxígeno como para seguir
respirando. Sólo el amor que se eleva como ofrenda a Dios (que se le
devuelve en gratitud por todo lo que ha hecho) puede sostenerse
cuando todas las demás razones han perdido la capacidad de
vigorizarnos. A las personas que no les importa tener un matrimonio
mediocre pueden dejar el amor librado al azar y esperar lo mejor, En
cambio, si estás comprometido a darle a tu cónyuge el mejor amor
que puedas, es necesario aspirar a la motivación suprema del amor.
El amor que tiene a Dios como su objetivo principal puede alcanzar
alturas inimaginables.
EL
DESAFÍO DE HOY
Antes
de volver a ver a tu cónyuge hoy, ora por él mencionando su nombre
y sus necesidades. Sin importar si te resulta fácil o no, di “te
amo” y luego expresa tu amor por tu pareja de alguna manera
tangible. Vuelve a orar y agradécele a Dios por darte el privilegio
de amar a esta persona especial… en forma incondicional, como Él
los ama a los dos.
__Haz
una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿Cómo
afectará este cambio de motivación la relación y tus reacciones?
¿Qué te inspira a hacer? ¿Qué te inspira a dejar de hacer? Pero
yo y mi casa, serviremos al Señor. (Josué 24:15)
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