La verdadera espiritualidad
requiere tres factores. El primero ya lo hemos mencionado: la Regeneración.
Nadie puede ser espiritual en el sentido bíblico sin haber experimentado
primeramente la vida nueva que se otorga libremente a todo aquel que cree en el
Señor Jesucristo como Salvador personal.
La espiritualidad sin la regeneración es reforma tan sólo.
En segundo lugar, el Espíritu Santo está implicado preeminentemente en la
producción de espiritualidad. Esto no quiere decir que las dos personas
restantes de la Trinidad no tomen parte en ella, ni que el cristiano mismo deje
de tener responsabilidad, ni tampoco que no haya otros medios de gracia,pero sí
afirma su mayor papel en la espiritualidad. Los ministerios del Espíritu
incluyen la enseñanza (Jn. 16: 12-15), la dirección (Ro.8: 14), la seguridad
(Ro. 8:16), la oración (Ro. 8:26), el ejercicio de los dones espirituales (1
Co. 12:7) y el luchar contra la carne (Gá. 5:17). Todos ellos dependen para su
plena manifestación de la plenitud o de ser llenos del Espíritu (Ef. 5 : 1 8).
El ser lleno del Espíritu significa ser controlado por el Espíritu.
La clave de esta definición se encuentra en Efesios 5: 18, donde hay contraste
y comparación entre la borrachera y el ser llenos del Espíritu. Es la
comparación la que nos da la clave, porque de la misma manera que le persona
borracha se siente controlada por el licor que consume, así la persona llena
del Espíritu se siente controlada por el mismo Espíritu. En consecuencia,
actuará de forma no natural para él, no de una manera errática o anormal, sino
una que es contraria a la vida antigua que llevaba. El ser controlado por el
Espíritu es parte necesaria de la espiritualidad.
El tercer factor que se requiere en la espiritualidad es el tiempo. Si la
persona espiritual juzga o examina o discierne todas las cosas ( 1 Co. 2: 15),
ello requiere tiempo, para obtener conocimiento y adquirir experiencia para
juzgar todas las cosas. Esto no puede realizarse de la noche a la mañana, sino
que se aplica, en realidad, al cristiano ya maduro.
Esa palabra madurez parece poseer la clave del concepto de espiritualidad,
porque la madurez cristiana es el crecimiento que el Espíritu Santo produce
durante un período de tiempo en el creyente. Claro que no se requiere el mismo
período de tiempo para cada individuo, pero sí se requiere cierto tiempo para
todos. No es el tiempo en sí el que produce la madurez; más bien el progreso
que se realiza y el crecimiento conseguido son vitales. La velocidad
multiplicada por el tiempo nos da la distancia, de manera que la distancia
hasta la madurez se puede cubrir en un tiempo más corto si se acelera la
rapidez del crecimiento. Y se acelera cuando no se retiene nada para sí del
control que debe ejercer el Espíritu Santo.
Aquí tenemos propuesta una definición de la espiritualidad que trata de ser
concisa y al mismo tiempo tener en mente los factores antes discutidos. La
espiritualidad es una relación adulta con la persona del Espíritu Santo. Aunque
pueda ser esta sencillamente otra manera de decir que la espiritualidad es la madurez
cristiana, trata de delinear más claramente los factores del control del
Espíritu durante un período de tiempo. Desde luego, la definición satisface lo
que requiere la descripción del hombre espiritual que encontramos en 1
Corintios 2:15, porque quien experimente una relación adulta al Espíritu Santo
podrá juzgar todas las cosas y al propio tiempo no ser juzgado por otros.
Si desea saber más sobre la verdadera espiritualidad le invitamos a estudiar el
curso Equilibrio en la Vida Cristiana. Estas interesantes lecciones las
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