Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
1 Corintios 4:2
A veces los padres disciplinan a un hijo o hija por ejercer mal juicio (“Deberías haberlo sabido mejor”). Pero la mayoría de veces es por no llevar a cabo los deseos de los padres (“Has desobedecido”); es decir, por ser mal mayordomo. El padre ha hecho al hijo o hija mayordomo de ciertas cosas: tiempo, libertad de escoger, recursos materiales y otras cosas. Si el hijo o hija usa esos recursos de manera contraria a los valores del padre o madre, es decir, el hijo o hija no toman las decisiones morales o basadas en valores que el padre tomaría, el hijo o hija ha sido un mal mayordomo.
Todos los seres humanos fuimos creados para ser mayordomos de las dádivas de Dios: vida, aliento, talento, recursos, relaciones, la creación en que vivimos, y otras cosas (Génesis 1:28). Los cristianos han sido hechos mayordomos de incluso más: la gracia de Dios, dones espirituales, el evangelio, y otras cosas. Como cristianos, debemos usar nuestros recursos para realizar lo que Cristo haría en nuestro lugar. Él dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
La pregunta es: ¿Estamos siendo buenos mayordomos? Debemos estar haciendo lo mismo que Cristo haría en nuestro lugar; buscando y salvando a los perdidos.
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