Manso, No Débil
Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.
1 Pedro 3:15
La mayoría de personas, al oír el término “mansedumbre” sin pestañear lo considerarían sinónimo de “debilidad.” Sin pensarlo dos veces, muchos confunden mansedumbre con debilidad. Pero las dos cosas no se asemejan en nada.
Tal vez el mejor lugar para hallar prueba de que la mansedumbre no es debilidad es en la vida de Moisés. En Números 12:3 leemos: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.” Moisés era manso. Todo lo que tenemos que hacer es leer su biografía de Éxodo a Deuteronomio para desvanecer la noción de que mansedumbre equivale a debilidad. Moisés mató a un guardia egipcio que maltrataba a un esclavo hebreo. Exigió que el faraón dejara que los hebreos salgan. Y pidió que cayera a juicio sobre los hebreos cuando pecaron contra Dios en el desierto. Moisés fue manso (lo que quiere decir humilde y sumiso a Dios), pero no débil.
No confunda mansedumbre con debilidad. Más bien fortalézcase “en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10).
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