Cámara Del Concilio
Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.
Hechos 6:15
Cuando llevaron a rastras a Esteban ante el Concilio Gobernante Judío por su fe en Cristo, las acusaciones volaron como dagas. Pero él nunca perdió su aplomo, ni la sencillez de su fe, ni el resplandor de su rostro. Sus palabras ese día fueron memorables, pero su amor a Jesús fue su mayor testimonio.
En su libro The Changed Life (La vida transformada), Henry Drummond cuenta de una mujer de carácter diáfano y actitud radiante que llevaba un pendiente colgado al cuello. Sus amigas tenían curiosidad por saber de quién sería el retrato que pensaban que contenía, pero la mujer nunca lo abrió ni reveló su contenido. Sólo después de que una amiga, con permiso, miró dentro del colgante se enteró del secreto del resplandor moral de su amiga. Escrito en el dije estaban las palabras: “A quien no habiendo visto, amo.” Ese era el secreto de su vida hermosa.[1]
En medio de todos los conflictos de la vida, nuestro mayor secreto es nuestra devoción a Aquel a quien amamos sin haberle visto. El mundo no tiene respuesta para Cristo en nosotros. Es la esperanza de gloria; es nuestra arma mejor.
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