Fe Y Fondos
Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas.
1 Crónicas 29:11ª
Desde que empezó la recesión económica de los últimos años de la primera década de este siglo, el gobierno de los Estados Unidos inyectó dos veces gigantescas cantidad de dinero (crédito) en la economía, con la esperanza de estimular una recuperación. El ciudadano promedio se preguntaba: “Si el gobierno está endeudado, ¿a dónde va todo este nuevo dinero de estímulo?” Puesto que los ciudadanos del pueblo no pueden producir “nuevo dinero,” los paquetes de estímulo del gobierno han sido confusos para muchos. ¿De dónde sale el “nuevo dinero”?
En tanto que la respuesta técnica a la pregunta tiene que ver con la decisión de la Reserva Federal de extender nuevas líneas de crédito a los bancos que son miembros, de la experiencia se puede recoger una aplicación espiritual, y es que sin que importe cómo se produce, se mida o se cuente el dinero, Dios es el Dueño de todo. La esperanza del cristiano nunca debe estar en última instancia en la capacidad del gobierno de una nación para cambiar la provisión de dinero. Nuestra esperanza está en el Dios que realiza sus propósitos en la tierra al establecer o quitar reyes (y sus pólizas). No podemos servir a Dios y al dinero, dijo Jesús (Mateo 6:24).
Cuando servimos a Dios, ponemos nuestra confianza en cuanto a todo, inclusive en cuanto al dinero que se necesita para vivir, sólo en Dios.
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