Para Toda Forma De Vida
No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.
Salmo 121:3
Un almacén de llantas utilizaba como propaganda la frase: “Invítenos a su próximo reventón.” Un optometrista decía: “Si no ve lo que está buscando, ha venido al lugar correcto.” Un jardinero se jactaba: “Es fácil tener un jardín con nosotros.” Pero cuando se trata de frases ingeniosas, tal vez el podiatra tuvo el mejor, cuando dijo: “¡Ponga sus pies en nuestras manos!”
La mayoría hemos aprendido que cuando nos duelen los pies, nos duele todo el cuerpo; y nuestros pies nos duelen cuando nos ponemos zapatos que no son correctos. (Otro podiatra dijo: “El tiempo cura todos los talones,” pero, ¡basta de dichos por ahora!). El punto es que cuando ponemos en nuestros pies el calzado del evangelio, nos sentimos bien por completo. Cuando estamos calzados del evangelio de la paz, no necesitamos sentir ansia al andar por la vida. Echamos todos nuestros cuidados en Aquel que dijo: “No os afanéis por vuestra vida” (Mateo 6:25). El salmista dijo: “No te impacientes” (Salmo 37:1). Y el apóstol Pablo dijo: “Por nada estéis afanosos” (Filipenses 4:6).
¡Los zapatos de Dios se ajustan bien a nuestra alma!
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