Carácter cristiano (II parte).

 Carácter cristiano (II parte).

TEMA: Obediencia, el pacto del creyente con Dios.

LECTURA: Mateo 7:21-29.
INTRO: El compañero perfecto de la fe es la obedien­cia. Sin obediencia, la fe no tiene valor.
I. La fe que salva el alma del infierno y la obediencia que honra a Dios son inseparables.
1. En la Gran Comisión podemos ver que la obediencia es fundamental en la vida de cada creyente, Mateo 28:19-20.
2. La obediencia es tan fundamental que si no está presente en la persona que reclama ser cristiana, su fe es cuestionable, véase Juan 8:31; 15:10; 1 Juan 2:3, 4.
3. Todo el que profesa una fe salvadora en la obra final del Señor, tiene que demostrar su fe a través de la obediencia a las instrucciones de la Pa­labra de Dios, 1 Pedro 1:22, 23.
4. La razón por la cual el creyente no entiende inmediatamente su responsabilidad de obedecer a Dios en todas las ac­tividades de su vida, es porque el Espíritu Santo primero tiene que darle un sentido de dedicación. El deseo de ser obedientes no nace dentro de nosotros, es un don de Dios.
5. Para entender la salvación del alma hay que tener un entendimiento básico de la elección divina de Dios, 1 Pedro 1:1, 2; Juan 10:27.
(1) La elección divina es según la prescien­cia (conocimiento de las cosas futuras) de Dios. Esta es la primera frase, o sea, el primer paso de salvación. 1 Pedro 1:2a, “Elegidos según la presciencia de Dios”. Antes de la fundación del mundo Dios escogió a las personas que serían salvos durante las edades siguientes, por medio de la predicación de las Buenas Noticias.
(2) La segunda frase de elección divina es la obra de “santificación” (poner aparte) del Espíritu Santo de Dios. 1 Pedro 1:2b, “En santificación del Espíritu”. Véase Juan 3:5.
(3) La tercera frase de salvación es vivir una vida de obediencia. 1 Pedro 1:2c, “para obedecer”. Véase Ef. 2:10.
II. Luego hay un pacto (acuerdo, convenio) de obedien­cia. Podemos ver esto en 1 Pedro 1:2d, “a ser rociados con la sangre de Jesucristo”.
1. Pedro estaba le escribiendo mayormente a los judíos convertidos, un pueblo que entendió exactamente el significado de sus palabras, véase Éxodo 24:1-8.
(1) Moisés apenas había recibido la Ley de Dios se la presentó a los judíos y ellos respondieron: “haremos todas las cosas que Yahvé ha dicho, y obedeceremos”.
(2) Para sellar aquel pacto hubo sacrificio de anima­les y su sangre se roció sobre la gente, una demos­tración física que selló el acuerdo entre Dios y Su pue­blo.
2. Por eso la salvación en aquel tiempo y hoy es un pacto con la promesa de obediencia.
III. La obediencia puesta en práctica. Cuando el pecador se arre­piente y recibe a Jesucristo como su Salvador entra en un reino nuevo de obediencia. Antes él obedecía a su carne, el mundo y el diablo.
1. En Romanos 6:16-18 Pablo llama la atención sobre nuestra nueva posición en Cristo Jesús y cuál será nuestra acti­tud:
(1) Somos esclavos y el deber de un esclavo es siempre la obediencia, “habéis obedecido de corazón”. Véase Mateo 7:21-29; Santiago 1:22.
(2) Si usted no aplica las Escrituras a su propia vida es un ignorante respecto a su condición espiritual ver­dadera, Santiago 1:23, 24.
2. Santiago termina sus instrucciones a los creyentes presentando el perfil de un creyente obediente, Santiago 1:25. Véase Juan 8:32, 1 Pedro 2:1, 2.
CONCLUSIÓN: Cuando uno experimenta la salvación, en ese momento se hace un pacto de obediencia con Dios. Por eso la actitud de obediencia debe acompañar a la actitud de fe en la vida cristiana, porque las dos son esenciales a la salvación del alma del infierno. Una profesión de fe sin obediencia es vacía y carece de valor. (Continuará)

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