Quien quiera vivir un engaño puede hacerlo, pero pagará las consecuencias; entre ellas, la pérdida total de su libertad.
Si
no defendemos la verdad, perdemos la libertad.
Nada más que la
verdad
Eddy Vidal es un ex jugador del
Barcelona y Manresa de baloncesto, cuya vida quedó ligada al deporte en
múltiples facetas.
Durante muchos años, fue el delegado
de la NBA en España y representante de marcas deportivas. Actualmente, es
traductor y vocero en diferentes eventos.
Cuando alguna organización le pide que
ponga su voz en un evento deportivo, espera no solo que sus anuncios sean
exactos, sino también que entusiasme al público con sus palabras, si la ocasión
lo requiere. Eso sí, siempre tratando de ser lo más justo posible en todo lo
que proclama.
Decir la verdad, no favorecer a nadie
ni obedecer a chantajes o compromisos adquiridos. Intentar ser justos y
honrados en todo lo que hacemos.
La verdad es que algunas cosas siempre son mucho más
fáciles de decir que de hacer. Sobre todo hoy, cuando muy pocos creen que
exista algo así como una verdad absoluta.
La gran mayoría de las personas
defiende que la verdad es siempre relativa y subjetiva. Todo depende de quién
lo diga, del poder con que lo diga, y de las consecuencias que se deriven para
cada uno de nosotros. Ya casi nadie cree que algo pueda ser verdad
independientemente de las circunstancias.
Aunque nos dé la impresión de que ese
relativismo no influye demasiado en nuestra vida diaria, la verdad es que nos
arrastra por completo. Si no existe una verdad absoluta, todo va a depender
siempre de quién tenga la última palabra.
Y esta suele estar en las manos de los
más poderosos. Ellos tienen hoy la capacidad para decidir y actuar a su antojo,
tanto cuando hablamos de la verdad como de la libertad. Si no defendemos la
verdad, perdemos la libertad.
Con el tiempo, incluso las personas
que dicen creer en Dios sostendrán posturas parecidas. No importa si muchos
deciden vivir con una doble cara. Hoy en día, muchos afirman: «Lo importante
son las pautas morales, y no tanto que sea cierto lo que creemos o no».
Sin embargo, lo fundamental siempre
debe ser la verdad, porque nos hace libres. El Señor Jesús lo proclamó de esta
manera: «Porque nada hay oculto, si no es para que sea manifestado; ni nada ha
estado en secreto, sino para que salga a la luz. Si alguno tiene oídos para
oír, que oiga» (Marcos 4:22-23).
Quien quiera vivir un engaño puede
hacerlo, pero pagará las consecuencias; entre ellas, la pérdida total de su
libertad.
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