LA SENCILLEZ DE LA SALVACIÓN

LA SENCILLEZ DE LA SALVACIÓN
Jesús enseñó: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). 

¿Quiere saber cómo ser salvo? ¿O quiere saber cómo decirles a otros cómo ser salvos? Entonces veamos Romanos 10:1-10: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. 

Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” 

1. La justicia que Dios rechaza Cuando una persona trata de ser justa cumpliendo los Diez Mandamientos o haciendo buenas obra, Dios rechaza eso. ¿Por qué Dios lo rechaza? Porque Dios es Santo, y el hombre, en el mejor de los casos es pecador. Por eso, lo mejor que podemos hacer no es suficiente. No tenemos lo que se requiere para guardar los Diez Mandamientos con nuestra propia fuerza. Si usted cuelga sobre un fuego de una cadena de diez eslabones, y nueve eslabones son de acero y uno es de papel, ¿cuán seguro estaría? Esa es la razón por la que la Biblia dice que si guardamos toda la ley pero fallamos en un punto, somos culpables de todos (Stg. 2:10). Dios demanda perfección y nosotros simplemente no podemos suplirla. La salvación no es una recompensa para los justos, sino un regalo para los culpables. La salvación no es una meta por alcanzar; es un regalo por recibir. 

2. La justicia que Dios revela Romanos 1:17 dice: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” La única justicia que es aceptable a Dios es un regalo de fe a través de su Hijo Jesucristo. Usted cree en quién Él testifica ser: el Dios encarnado que murió y resucitó para que usted sea reconciliado con Dios. Entonces, usted se arrepiente de sus pecados, y confiesa a Cristo como Señor de su vida. Si Jesús no es el Señor de su vida, entonces no es su Salvador. La Salvación no es una cafetería en donde usted dice: “Bueno, creo que tendré un poquito del Salvador hoy, pero nada de su Señorío. Gracias” ¡No! Jesús es Señor. 

 3. La justicia que Dios requiere La única justicia que Dios aceptará es perfección sin pecado. Y eso fue logrado sólo por el Señor Jesucristo. Romanos 3:22 dice: “La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él.” Romanos 10:10 revela: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” ¿Sabe usted lo que significa el creer y el confesar que Jesús es Señor? Literalmente significa que usted está de acuerdo con Dios. 

En este contexto, también significa que usted compartirá con otros que realizó esta confesión, y eso significa que usted no se avergüenza de Él. Hay sólo dos maneras de ser salvo: vivir una vida sin pecado (lo cual nadie lo ha logrado, excepto Jesús), o pedirle a Jesús que Él pague por sus pecados (lo cual Él ya hizo en la cruz), y aceptar su justicia a su favor. Segunda Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.”

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