Ahora Todos Damos Gracias A Dios
Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias. Salmo 75:1
Martin Rinkart era pastor en Eilenberg, Sajonia, durante la Guerra de los Treinta Años. El ejército sueco rodeaba las puertas y dentro de los muros no había más que peste, hambre y miedo. Cientos de hogares habían sido destruidos y la gente moría por centenares. Para los pastores era una época de grandes esfuerzos, y toda su energía estaba centrada en predicar el evangelio, cuidar a los enfermos y enterrar a los muertos. Uno tras otro, los pastores mismos perecían, hasta que quedó solo Martin. Había días en que tenía que realizar cincuenta funerales.
Cuando los suecos exigieron una enorme suma de dinero, Martin dejó la seguridad de la ciudad para negociar, y pronto la hostilidad cesó. Sabiendo que no hay sanidad sin acción de gracias, Martin compuso un himno para los sobrevivientes de Eilenberg:
—Ahora todos damos gracias a Dios, con corazones, manos y voces. A quien maravillas ha obrado, en quien su mundo se regocija...
Este himno se canta en todo el mundo, y es uno de los cánticos más grandes de acción de gracias. Este es el momento en que hemos de centrar nuestra atención en Dios, dador de todas las cosas buenas, para agradecerle por lo que tenemos, y no de centrarnos en lo que perdimos.
Agradézcale a Dios con su corazón, sus manos y su voz.
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