CAPÍTULO IV
"¿Por Qué me Has
Desamparado?"
Las tres primeras expresiones de nuestro
Señor desde la cruz en realidad no nos producen sorpresa. Usted puede recordar
que El clamó: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc.
23:34). Enseñó el perdón, y vino a traer perdón; de modo que tales palabras no
son sorpresa. Cuando habló con el ladrón, le dijo: "Hoy estarás conmigo en
el paraíso" (v. 43). Esperamos tales palabras, por cuanto El vino para que
podamos ser perdonados y podamos un día ir al cielo. Cuando habló con María y
Juan, tampoco son sorpresa Sus palabras.
Nuestro Señor obedeció por completo
Pero la cuarta expresión
introduce un misterio. En Mt. 27:45-49 leemos: "Y desde la
hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo:
Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama
éste. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de
vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.
Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a
librarle."
1.
Un Gran Misterio
Tres misterios envuelven
esta exclamación desde la cruz. Si entendemos algo en cuanto a estos misterios,
pienso que podemos entender mejor lo que Jesús hizo por nosotros. Empezamos con
un gran misterio-las sombras que vinieron sobre la tierra. Desde las doce del
mediodía, hasta las tres de la tarde, oscuridad cubrió toda la tierra. Era una
oscuridad sobrenatural. No era una tormenta de arena, ni tampoco fue un
eclipse. La posibilidad de que ocurra un eclipse en la temporada de la pascua
es casi nula. La oscuridad no era algo que la gente imaginó. Fue una oscuridad
sobrenatural, enviada por Dios el Padre. ¿Qué clase de tinieblas eran? ¿Por qué
ocurrieron?
a.
Tinieblas de Simpatía
Sugiero tres respuestas
a las preguntas. En primer lugar, pienso que fueron sombras de simpatía.
El Creador moría en la cruz, y toda la creación sufría con
el Creador. Un himno dice:
Pudo el sol ocultarse en
las sombras,
Y esconder en ellas su gloria,
Cuando Cristo, el Hacedor, moría
Por el pecado del hombre.
Y esconder en ellas su gloria,
Cuando Cristo, el Hacedor, moría
Por el pecado del hombre.
Tenemos que recordar que cuando el primer hombre y la
primera mujer pecaron, su acción afectó toda la creación. Dios perdonó su
pecado, pero no podía librarlos de sus tristes consecuencias; consecuencias que
experimentamos aun hoy en día. Adán tuvo
que ganar su pan cotidiano con sudor. La mujer concebiría y daría a luz sus
hijos con dolor y sufrimiento.
Cuando el hombre labraría la tierra, ésta le produciría
cardos y espinas. La muerte entró en la escena. Toda la creación sufre debido
al pecado del hombre.
Todo en la creación obedece a Dios, excepto el hombre. Dios le dice a la lluvia cuando debe caer, y
la lluvia obedece. Dios le dice al
hombre lo que debe hacer o no hacer, y el hombre desobedece. Y sin
embargo, la creación está sujeta a vanidad ¡debido al pecado del hombre! De
acuerdo a Romanos 8, toda la creación gime, y está con dolores de parto (v.
22). ¿Por qué? Porque espera la venida del Creador, el cual la libertará.
Pienso que las tinieblas eran sombras de simpatía-toda la creación en simpatía
con el Creador.
Cuando Jesús murió, redimió
la creación. El hombre tomó espinas, hizo una corona y la colocó sobre Su
cabeza para mofarse de El. Pero, en realidad, la corona de espinas era un
símbolo de lo que El hizo. El llevó nuestros pecados a la cruz. Los llevó sobre
Su cuerpo en el madero. Había quebrantado el poder del pecado. Como
consecuencia, un día la creación entera será libertada. Un día el Rey reinará,
y no habrá más espinas, ni abrojos, ni enfermedad, ni muerte. Fueron sombras de
simpatía. La creación envolvió en tinieblas al Creador, cuando éste moría por
nuestros pecados.
b.
Sombras de Solemnidad
En segundo lugar, pienso que las
tinieblas en la cruz fueron sombras de solemnidad. El justo moría por los
injustos. El inocente Cordero de Dios moría por los pecadores culpables. En el
libro de Éxodo también se menciona una gran oscuridad. La novena plaga que Dios envió
sobre Egipto consistió en tres días de oscuridad, tinieblas tan densas que casi
se podía tocarlas. Hubo oscuridad en Egipto antes del juicio final de
la pascua y de la muerte de los primogénitos.
Ahora contemplemos al Señor Jesucristo en esas tres horas
de tinieblas. Me pregunto si Dios no estaba diciendo que esa hora era una hora
de juicio solemne. "Ahora es el juicio de este mundo," dijo Jesús;
"ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere
levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo" (Jn. 12:31,32). La
muerte de nuestro Señor en la cruz fue un evento muy serio, muy solemne y
santo. Las sombras de solemnidad-el Cordero que moría por nuestros pecados.
A veces en la
Biblia las "tinieblas de afuera" son una
designación del infierno. Sé que a algunas personas no les gusta que hablemos
del infierno. He recibido algunas cartas de personas que tratan de decirme que
la Palabra de Dios no enseña tal cosa como el infierno. Pero créanme; si pudiéramos encontrar en las Escrituras aunque fuera
una pequeña indicación de que los pecadores perdidos no van al infierno, se lo
diríamos de inmediato.
Pero la verdad es que no la hemos encontrado. Jesús nos
advirtió en cuanto a las "tinieblas de afuera," y nosotros debemos
advertir en la misma manera.
Algunas personas tienen la idea de que el infierno es
"el cielo con las luces apagadas." Piensan que en el
infierno habrá también compañerismo y amistad. Pero la verdad es que las
tinieblas eran sombras de solemnidad-el Señor Jesús moría por nosotros. ¡El
infierno no es una broma!
c.
Tinieblas del Secreto
Tercero, fueron las tinieblas del secreto. En aquellas tres horas Jesucristo
estaba realizando una obra grandiosa, como sólo El podía realizarla.
Recuérdese que en el día de la expiación, cuando el sumo
sacerdote entraba al tabernáculo o al templo, tenía que ir solo. Llevaba a cabo
la transacción con Dios a solas. Cuando
Jesucristo estaba en la cruz en aquellas tres horas, estaba llevando a cabo la
eterna transacción con Su Padre-concluyó la obra que había venido a hacer.
En su oración dijo: "He acabado la obra que me diste que hiciese"
(Jn. 17:4). ¿Cuál obra? La obra de la salvación, la cual tan sólo El podía
lograr. Estuvo en silencio por tres horas, y cuando habló dijo: "Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mt. 27:46). Esto era un gran
misterio-las tinieblas alrededor de la cruz.
2.
Un Misterio Aun Más
Grande
Pero hay un misterio aún
más grande-la soledad de la cruz. Durante sus horas finales sobre la tierra el
Señor Jesucristo fue quedándose, gradualmente, cada vez más solo. Fue al
aposento alto con Sus doce apóstoles. Judas salió y quedaron con El solamente
once. Llevó a esos once al huerto de Getsemaní.
Tres de ellos entraron al jardín con El, y ¡se quedaron
dormidos! Luego Pedro y Juan le siguieron hasta el patio del palacio, en donde
Pedro le negó.
Entonces todos le abandonaron y huyeron. ¡Fue dejado solo!
Los hombres le abandonaron, pero el Padre estaba con El. Jesús dijo en Juan
8:29: "El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre,
porque yo hago siempre lo que le agrada." En Juan 16:32 dijo: "He
aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su
lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está
conmigo." ¡Pero en la cruz el Padre le dejó también! La soledad del Salvador en
la cruz.
¿Por qué fue dejado solo? ¿Por qué fue abandonado por el
Padre?
Esto es lo que hace el pecado el pecado aísla.
El pecado separa al hombre de Dios. El pecado separa al hombre del hombre. El
pecado separa al hombre de sí mismo. Recuérdese que el hijo
pródigo tuvo que volver en sí (véase Lc. 15:17). El pecado separa al hombre de
Dio. Cuando Adán y Eva pecaron, corrieron a esconderse, por cuanto el pecado
acarrea soledad.
Dios nunca se ha
olvidado de usted. Tal vez usted piense que Dios le ha abandonado, pero Dios
nunca le ha dejado. Si Dios le dejara aunque fuera por un solo segundo, usted
moriría; por cuanto "en él vivimos, y nos movemos, y somos" (Hch. 17:28).
Dios estuvo con José en sus tribulaciones, estuvo con
Daniel, estuvo con David, pero abandonó a Su propio Hijo. ¿Por qué? ¡Jesucristo
fue abandonado por el Padre para que no haya posibilidad de que nosotros seamos
abandonados por el Padre! Jesús penetró en las tinieblas para que nosotros
podamos tener luz. Penetró en la soledad por nosotros.
Eso es lo que es el
infierno-eterna soledad, eterno aislamiento. No hay amistad en el infierno. No hay compañerismo en las tinieblas del
infierno. Hay un gran misterio en las tinieblas alrededor de la cruz. Hay
un misterio aún más grande en la soledad de la cruz.
3.
El Misterio Mayor
Sin embargo, creo que el
mayor misterio de todos los que se relacionan con esta declaración, es la
ceguera ante la cruz.
Había mucha gente frente
a la cruz, soldados y otros. Todos ellos le oyeron exclamar: "Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mt. 27:46).
Pero estaban ciegos.
Dijeron: "A Elías llama éste" (v. 47). Otros dijeron: "Deja,
veamos si viene Elías a librarle" (v. 49). Pero El no estaba llamando a
Elías. Estaba citando el Salmo 22:1. Si
aquellas gentes no hubieran estado ciegas a las Escrituras, hubieran reconocido
el Salmo 22:1: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" o
también el versículo 2 del mismo Salmo: "Dios mío, clamo de día, y no
respondes; y de noche, y no hay para mí reposo." Allí están indicadas las
tinieblas en el día, pero la gente no lo reconoció así. Los versículos 7 y 8
del Salmo dicen: "Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca,
menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto
que en él se complacía." El versículo 18 dice: "Repartieron entre
sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes." Ninguno de ellos
reconoció que estas profecías se estaban cumpliendo ante sus propios ojos.
¡Qué ceguera! Estaban
ciegos a las Escrituras, ciegos al Salvador, ciegos a su propio pecado.
Dijeron: "Veamos si viene Elías a librarle." En aquella hora el Señor
Jesucristo fue hecho pecado por nosotros, y cuando fue hecho pecado, fue
abandonado por el Padre. No podemos explicarlo, no sabemos todo lo que eso
involucra, pero sabemos que es cierto.
Hay un gran misterio allí-el misterio de las tinieblas en
la cruz. Hay un misterio más grande-la soledad de la cruz. Pero el mayor
misterio de todos es la ceguera ante la cruz.
Confío en que usted no
esté ciego hoy, sino que por fe haya visto al Cordero de Dios muriendo por
usted. Tal vez usted ha leído alguno de los cuentos de O. Henry. El escribió
muchos. Al momento de morir este escritor dijo: "Enciendan las luces. No
quiero irme a casa a obscuras."
Ningún cristiano va a su hogar a obscuras, por cuanto "la senda de los
justos es como la luz de la aurora, que va en aumentó hasta que el día es
perfecto" (Pr. 4:18).
¡Permita que la luz del
evangelio glorioso brille en su corazón!
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