¡ÉL ASCENDIDO!
PROFECÍA PROCLAMADA:
Salmo 68:18
¿Ha
notado cómo se presenta a Jesús en algunas iglesias? En boletines y en sus
vitrales encontrará a un bebecito en los brazos de su madre. Ése es el Jesús
que adoran. Otras exhiben el crucifico con un hombre muerto colgando en la
cruz, ése es el Jesús que adoran.
Deseo
decirle que no adoro a un indefenso bebe en los brazos de su madre, ni adoro a
un hombre muerto sobre una cruz. Adoro a un Señor sobre su trono. ¡Él es el
Salvador victorioso, resucitado y ascendido! No lloramos la muerte de un
cadáver; aclamamos a un conquistador cuyo nombre es Jesús.
Jesús
una noche oscura de Judea descendió de la casa de su Padre en los cielos. Él
salió de los palacios de marfil a este mundo de aflicción y vivió una vida sin
pecado, perfecta. Él vino a la cruz y tomó nuestros pecados. Él sufrió, derramó
su sangre y murió en agonía indecible. Él fue colocado en una tumba fría. ¡Al
tercer día, Él salió, vivo y resucitado, victorioso sobre el pecado, la muerte,
el infierno y el sepulcro!
Posteriormente,
Jesús ascendió de regreso al Padre. Él se dirigió a ese templo celestial y
entrando en el Santísimo, tomó su propia sangre y la roció sobre el
Propiciatorio. Esa sangre rica, real, derramada de Jesucristo en el cielo es
nuestra única esperanza del cielo.
Jesús
pagó el precio de la redención, y ahora existe sólo una forma por la cual un
hombre puede ser declarado justo: mediante la muerte, sepultura, resurrección y
ascensión de Jesús al padre.
PROFECÍA CUMPLIDA: Marcos
16:19
Al
leer el pensamiento de hoy: Agradézcale a Dios que por su ascensión, hoy Jesús
está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros (Romanos 8:34).
Clámele sabiendo que Él oye nuestras oraciones.
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