Lección 3:
Como obedecer a
CristoA medida que una va creciendo en la vida cristiana, descubre que además de hacer de Cristo su Salvador, es absolutamente imprescindible hacerlo su Señor. Usted nunca vivirá en toda su plenitud ni llegara a sentirse totalmente realizado, hasta tanto le haya rendido completamente todo el control de su vida a Jesús. De esto, precisamente, se trata el relato siguiente.
Mi Corazón, El Hogar De Cristo
Por Roberto Boyd Munger
A medida que uno va creciendo en la vida cristiana, descubre
que además de hacer de Cristo su Salvador, es absolutamente imprescindible
hacerlo su Señor. Usted nunca vivirá la vida en toda su plenitud ni llegará a
sentirse totalmente realizado, hasta tanto que la haya rendido completamente
todo el control de su vida a Jesús. De esto, precisamente, se trata el relato
siguiente.
Mi Corazón, El Hogar De Cristo
Una tarde invité a Jesucristo a mi corazón. ¡Qué entrada hizo! No fue muy
espectacular, ni muy emocional, pero sí muy real. Algo ocurrió en el centro de
mi vida. Él llegó a la oscuridad de mi corazón y prendió la luz. Prendió un
fuego y alejó el frío. Prendió música donde había silencio, y llenó el vacío
con su hermosa y amorosa amistad. Nunca he lamentado el haber abierto la puerta
a Cristo, ni jamás lo lamentaré.En la emoción de esta nueva relación le dije a Jesucristo, «Señor, te quiero dar este corazón mío. Quiero que te ubiques aquí y que esta sea tu casa. Todo lo que tengo te pertenece. Déjame mostrarte la casa.»
La oficina
Primero la oficina, o biblioteca. En mi hogar este cuarto de la mente es bastante angosta con paredes gruesas, pero es un cuarto muy importante. En un sentido, es el centro de control del hogar. Él entró conmigo y vio los libros en los estantes, las revistas en el escritorio y las pinturas en las paredes. Cuando seguí su mirada me incomodé.
Fue extraño, nunca me había sentido así antes, pero ahora que él estaba viendo estas cosas, sentí vergüenza. Sus ojos eran demasiado puros como para ver algunos libros que yo guardaba. En el escritorio habían revistas que un cristiano no debería estar leyendo. Y algunas de las pinturas –las imaginaciones y pensamientos de mi mente– que adornaban las paredes, eran escandalosas.
Con la cara roja, di vuelta hacia él y dije, «Maestro, sé que necesito limpiar y remodelar este cuarto. ¿Puedes ayudarme a arreglarlo como debe ser?»
«¡Claro que sí!» Dijo, «Me encanta ayudarte. Primero, toma todo lo que estás leyendo y viendo que no es provechoso, puro, bueno y verdadero. Tíralo. Ahora en los estantes vacíos pon la Biblia. Llena la biblioteca con la Escritura y medita en ella día y noche. «Acerca de las pinturas en las paredes, será difícil controlar esas imágenes, pero tengo algo que te va a ayudar.» Me dio un gran retrato suyo, y dijo, «Acomoda esto en un lugar céntrico en la pared de tu mente.»
Lo hice, y a través de los años he descubierto que cuando mis pensamientos están centrados en Cristo mismo, en su pureza y poder, alejan los pensamientos impuros que me asaltan. Él me ha ayudado a mantener mis pensamientos bajo su control.
El comedor
De la oficina entramos al comedor, el
cuarto de los apetitos y deseos. Yo había pasado mucho tiempo allí tratando de
satisfacer mis deseos.
Le
dije, «Este es mi cuarto favorito. Estoy seguro que estarás contento con lo que
servimos aquí.»Se sentó a la mesa conmigo y me preguntó, «¿Qué hay en el menú para la cena?» «Bueno,» le dije, «mis platillos favoritos: dinero, títulos académicos y cuentas bancarias con un postre de fama y fortuna.» Estas eran las cosas que me gustaban –alimento secular.
Cuando puse comida ante él, no dijo nada, pero observé que no comía. Le pregunté, «¿Maestro, no te gusta esta comida? ¿Cuál es el problema?»
Contestó, «Yo tengo una comida, que tú no conoces. Si quieres comida que te va a satisfacer, haz la voluntad del Padre. Deja de buscar tus propios placeres, deseos y satisfacción. Busca complacerle a él. Esa comida te traerá satisfacción.»
Allí en la mesa me dejó probar el sabor del gozo de hacer la voluntad de Dios. ¡Qué sabor! No hay comida como esa en todo el mundo. Es la única que satisface.
La sala
Del comedor entramos a la sala. Este cuarto era íntimo y cómodo. Me gustaba
mucho. Tenía una chimenea, sillones, un sofá y un ambiente pacífico.
Me
dijo, «Este es un cuarto hermoso. Vengamos aquí enseguida. Es un cuarto
tranquilo y pacífico. Aquí podemos pasar tiempo juntos.»Bueno, por ser un cristiano joven, estaba muy emocionado. No podía pensar en nada que preferiría hacer más que pasar unos minutos junto con Cristo.
Me prometió, «Yo estaré aquí temprano cada mañana. Ven conmigo, y podremos comenzar el día juntos.»
Entonces mañana tras mañana, yo bajé a la sala. Él sacaba un libro de la Biblia del estante. Lo haríamos juntos y lo leíamos. Él me compartía las maravillosas verdades de Dios que nos salvan. Mi corazón cantaba cuando me compartía acerca del amor y la gracia que tenía para mí. Estos fueron momentos maravillosos.
Pero, poco a poco, con la presión de mis muchas responsabilidades, este tiempo se acortó más y más. ¿Por qué? No estoy seguro. Pensaba que estaba muy ocupado para pasar tiempo regularmente con Cristo. No era de manera intencional, comprendes. Simplemente pasó así. Por fin, no sólo acorté el tiempo, sino que llegaron días en que yo no llegaba. Compromisos urgentes empezaron a entremeterse con estos tiempos de conversación calmada con Jesús.
Recuerdo una mañana que estaba bajando deprisa para hacer mis mandados. Pasé por la sala y noté que la puerta estaba abierta. Me asomé, y vi fuego en la chimenea y a Jesús sentado allí. De repente, para mi vergüenza, pensé, «Él es mi huésped. ¡Yo lo invité a mi corazón! Él ha venido como mi Salvador y Amigo, pero yo lo estoy ignorando.»
Me paré, di la vuelta y entré calladamente. Con la vista baja, dije, «Maestro, perdóname. ¿Has estado aquí todas estas mañanas?»
«Sí,» me dijo. «Te dije que estaría aquí cada mañana para estar contigo. Recuerda que te amo. Te he redimido a gran costo. Valoro tu amistad. Aunque no puedes tomar este tiempo para tu propio bien, hazlo por mí.»
La razón que hizo más que cualquier otra cosa para transformar mí tiempo devocional es el deseo de Cristo por mi compañerismo. Él quiere estar conmigo y diariamente me espera. No dejes a Cristo esperando solo en la sala de tu corazón. Cada día busca un tiempo, con tu Biblia en la mano, y en oración puedes estar junto a él.
El taller
Un día me preguntó Jesús, « ¿Tienes un
taller en tu hogar?» Afuera en el garaje tenía una mesa de trabajo con algunas
herramientas, pero en realidad no hacía mucho allí. De vez en cuando jugaba
creando simplezas, pero no producía nada de valor.
Lo
llevé al taller. Él vio la mesa de trabajo y dijo, «Tienes muchas buenas
herramientas. ¿Qué estás produciendo para el reino de Dios?» Él vio los
juguetitos que había armado y levantó uno. «¿Es esto lo que estás haciendo por
otros en tu vida cristiana?»«Bueno,» le dije, «Señor, sé que no es mucho, y quiero hacer más, pero al fin y al cabo, no tengo la fuerza ni las habilidades para hacer algo más.»
«¿Te gustaría hacer algo mejor?» me preguntó.
«¡Claro que sí!» respondí.
«Muy bien. Dame tus manos. Ahora relájate y deja que mi Espíritu trabaje por ti. Sé que te falta entrenamiento, pero el Espíritu es el Trabajador Maestro, y si él controla tus manos y tu corazón, hará cosas a través de ti.» Se paró detrás de mí y puso sus manos poderosas bajo las mías, tomó las herramientas con sus diestras manos, y empezó a trabajar a través de mí. Mientras más me relajaba y confiaba en él, él podía hacer más con mi vida.
La sala de recreo
Me preguntó si tenía una sala de recreo
donde me divertía con mis amigos. Esperaba que no me preguntara eso. Había
ciertas asociaciones y actividades que quería mantener para mí mismo.
Una tarde que salía para ir con mis amigos, me paró y con una mirada preguntó, «¿Vas a salir?»Respondí, «Sí.»
«Qué bien,» dijo, «quiero salir contigo.»
«Oh,» respondí despacio. «No creo que te gustaría ir adónde vamos, Señor Jesús. Mejor tú y yo salimos mañana. Entonces podremos ir a un estudio bíblico en la iglesia. Pero esta noche tengo otra cita.»
«Perdóname,» dijo. «Pensé que por vivir en tu hogar íbamos a hacerlo todo juntos, que seríamos amigos íntimos. Sólo quiero que sepas que estoy dispuesto a ir contigo.»
«Bueno,» murmuré, mientras me deslizaba por la puerta, «saldremos juntos mañana en la noche.»
Esa tarde pasé unas horas miserables. Me sentí muy mal. ¿Qué tipo de amigo era yo para Jesús, dejándolo fuera de mi vida a propósito, haciendo cosas y yendo a lugares que bien sabía que a él no le gustarían?
Cuando regresé esa tarde, la luz de su cuarto estaba prendida, y subí a conversar con él. Dije, «Señor, he aprendido una buena lección. Ahora sé que no me puedo divertir sin ti. De ahora en adelante haremos todo juntos.»
Entonces entramos a la sala de recreo del hogar. Él lo transformó. Trajo nuevos amigos, nueva emoción, nuevos gozos. Risa y música han estado sonando en mi hogar desde entonces.
El clóset del pasillo
Un día lo encontré esperándome a la
puerta. Tenía una extraña mirada. Cuando entré, me dijo, «Hay un olor raro en
el hogar. Algo hiede a muerto. Viene de arriba. Está en el clóset del pasillo.»
Tan pronto que me dijo eso, sabía de qué hablaba. Había un clóset pequeño al
final del pasillo, de sólo unos pocos metros cuadrados. En ese clóset, bajo
llave y candado, tenía algunas cosas personales de las cuales no quería que
nadie supiera. En ninguna forma quería que Cristo las viera. Eran cosas muertas
y podridas, restos de mi vida pasada. Tanto las quería mantener sólo para mí,
que me era difícil admitir que estaban allí.Renuente, subí con él por la escalera, y al acercarnos, el olor aumentaba más y más. Él señaló la puerta. Me enojé. Es la única forma de describir mi actitud. Yo le había dado acceso a mi biblioteca, al comedor, a la sala, al taller, a la sala de recreo y ahora él me estaba preguntando acerca de mi clóset, de un par de metros cuadrados. Pensé para mis adentros, «Esto es demasiado. No le voy a dar la llave.»
«Bueno,» me dijo al conocer mis pensamientos, «si piensas que voy a vivir aquí, mientras que en el segundo piso exista este olor, estás equivocado. Dormiré en el patio.» Entonces empezó a bajar la escalera.
Cuando uno llega a conocer y amar a Cristo, lo peor que puede suceder es el sentir que se aleje. Yo tenía que rendirme.
«Te daré la llave,» dije con tristeza, «pero tú tendrás que abrir el clóset y limpiarlo. Yo no tengo la fuerza para hacerlo.»
«Sólo dame la llave,» me dijo. «Dame la autoridad de limpiar ese clóset y lo haré.»
Temblando, le di la llave. Él la tomó, abrió la puerta, entró, sacó todas las cosas podridas y las tiró. Después limpió el clóset y lo pintó. Lo terminó en un momento. ¡Qué victoria y libertad experimenté cuando él sacó las cosas muertas de mi vida!
Transfiriendo
el título de propiedad.
Un pensamiento me vino. «Señor, ¿hay la posibilidad de que tú tomes el control
de todo mi hogar, y lo manejes tal como lo hiciste con mi clóset? ¿Quieres
recibir la responsabilidad de mantener mi vida en orden?»
Su
cara se alumbró cuando contestó, « ¡Me encantaría hacerlo! Esto es lo que
quiero. No puedes ser un cristiano victorioso con tu propia fuerza. Déjame
hacerlo por ti y a través de ti. Esa es la única manera. Pero,» agregó
lentamente, «sólo soy tu huésped. No tengo autoridad porque no soy el
propietario de tu hogar.»Cayendo de rodillas, le dije, «Señor, tú has sido el huésped y yo el anfitrión. Desde ahora yo voy a ser tu siervo. Tú serás el dueño y el Amo de este hogar.»
Corrí tan rápido como pude a la caja fuerte y saqué el título que describe mis bienes y deudas, el lugar y la situación de mi hogar. Rápidamente firmé, y le entregué mi hogar, una vez y para siempre. «Toma,» dije, «aquí está, todo lo que soy y todo lo que me pertenece, te lo cedo para siempre. Ahora toma cargo del hogar. Yo sólo quedaré como tu siervo y amigo.»
Las cosas son diferentes desde que Jesucristo hizo su hogar en mi corazón.
Su repuesta
¿Qué le pareció
el relato anterior? ¿Qué aspecto tienen las “habitaciones” de su corazón?
¿Están en condiciones para una visita de su Señor? ¿Está usted dispuesto a
cederle a Cristo el título de propiedad de su casa espiritual? Probablemente
las siguientes preguntas le ayudaren a entender mejor lo que significa el gozo
de rendir completamente su vida al control de Dios.
- Estudie 1 Cor. 6:19-20 y responda a tres preguntas
importantes con respecto al señorío de Cristo sobre su vida.
a.
¿ahora que usted es un cristiano/a, en que se ha convertido su cuerpo? V.19______________ ______________________________________
b.
¿Por qué ahora usted le pertenece a Cristo? VV. 19-20 _________________________________ ______________________________________
c.
¿Cuál debe ser ahora el propósito de su vida? V.20 __________________________________ ______________________________________
- Haga un breve resumen de lo que usted cree que Jesús
estaba enseñando en la parábola de los edificadores sabios y necios, en Lucas.
6:46-49.
a.
¿Qué debemos hacer si es que llamamos a Jesús Señor? V. 46 ______________________ _____________________________________
b.
¿Qué verdad espiritual representa la casa edificada sobre la roca? vv. 47-48. __________ ______________________________________
c.
¿Qué verdad espiritual representa la casa que no tenía cimiento? V. 49: __________________ ______________________________________
- ¿Qué dice el apóstol Santiago acerca de obedecer a
la Biblia? Santiago 1:22-23 ____________________ _________________________________________
- La obediencia a Jesucristo como su Señor es la
puerta decisiva de su consagración a él. ¿Qué dice el apóstol Juan acerca
de la obediencia? 1 Juan 2:3—6
v.
3__________________________________________
v.
4__________________________________________
v.
5__________________________________________
v.
6__________________________________________
- ¿De qué manera puede usted estar seguro de que
pertenece a Cristo? 1 Juan 3:14 ________________ __________________________________________
- A medida que crece en Cristo, habrán ocasiones en
que usted fallará. Nadie ha vivido una vida perfecta, excepto Cristo. este
dispuesto o dispuesta a reconocer que ha fallado y confiese su pecado.
Haga un breve resumen de lo que enseña 1 juan 1:8-10 con respecto a la
confesión y el perdón
v. 8__________________________________________
v. 10__________________________________________
v. 9__________________________________________
- Teniendo en cuenta su necesidad de ser perdonado,
¿de qué puede darle gracias a Dios e este instante? 1 Juan 2:12
________________________________
__________________________________________
Al
final del libro, encontrara las respuestas sugeridas.
Memorice los dos versículos
correspondientes a la lección 3.
Queda una lección
más. Esta podría ser la más importante de todas, pues trata de cómo compartir
su fe con otros.
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