¿A usted le ha sucedido que cuando se sienta a ver la televisión siempre viene alguien a contarle o ha preguntarle algo? Ese alguien puede ser su cónyuge o alguno de sus hijos que quiere compartir con usted los problemas o necesidades de su vida. Entonces aparece el típico y acostumbrado: "¡Shhh, estoy viendo la televisión. Cuando termine este programa te escucho!" Esta sencilla declaración va demostrando lo que es más importante y prioritario para usted. En otras palabras, son más importantes las noticias, la novela o el resumen deportivo de la televisión; que prestar atención a las palabras de su cónyuge o de uno de sus hijos.
Recuerdo el triste caso de una señorita que tenía el corazón destrozado por la manera en que la televisión se interponía entre ella y sus padres, y entre su familia y Dios. Esta joven estaba convencida de que ella no era tan importante para su papá y su mamá, como lo era el aparato de televisión. Esta señorita realmente quería acercarse a sus padres, pero la manera en que la televisión era usada en su casa hacía que un verdadero acercamiento fuera un sueño imposible de realizar. Ella se sentía ignorada, relegada y rechazada por sus padres. Lo más curioso de todo era que sus padres se sorprenderían, y hasta se enojarían si alguien hubiera sugerido que tal vez se le daba demasiada importancia a la televisión, poniéndola por encima de la familia.
Cuando ponemos la televisión por encima de las personas, estamos revelando el verdadero valor que tienen los demás para nosotros. En este instante quiero preguntarle lo siguiente: ¿Qué es más valioso para usted? ¿Su cónyuge?, ¿Sus hijos? O ¿esa caja cuadrada con una pantalla que cautiva con sus miles de imágenes, llamada televisión? ¿Cuánto tiempo en el día pasa usted viendo la televisión? ¿Cuánto tiempo lo dedica a conversar con su cónyuge? ¿Cuánto tiempo dedica por día para conversar con sus hijos? Sin lugar a dudas que la televisión está afectando la relación con nuestra familia, por ello, los padres de familia debemos controlar el uso de la televisión en nuestros hogares, procurando que nada ni nadie nos robe el tiempo que debemos dedicarlo a la familia.
En anteriores programas hemos estado analizando las influencias negativas de la televisión en la vida de nuestra familia, en especial en la vida de nuestros hijos. A modo de repaso podemos decir que, en primer lugar, la televisión nos bombardea constantemente con Violencia y Agresividad. En segundo lugar, la televisión nos presenta una visión distorsionada acerca del Sexo y de la Sexualidad. En tercer lugar, la televisión perturba la comunicación en el hogar y el tiempo en familia. En cuarto lugar, la televisión promueve la obesidad. En quinto lugar, la televisión afecta el rendimiento escolar de nuestros hijos. En sexto lugar, la televisión disminuye la creatividad de los niños, adolescentes y mayores. En séptimo lugar, la televisión promueve el consumismo, sobre todo en los niños. En octavo lugar, la televisión promociona de una forma positiva ciertos vicios adictivos como el tabaco y el alcohol.
Hoy analizaremos que la novena influencia nociva de la televisión es que nos condiciona al proyectarnos estereotipos raciales, sociales, culturales, sexuales, incluso en el área de los hábitos alimenticios.
Las novelas, películas y comerciales de televisión están proyectándonos continuamente estereotipos en los aspectos físicos, raciales, sexuales, sociales, culturales, etc. El Diccionario de la Real Academia Española explica el término "estereotipo" con las siguientes palabras: "Una idea aceptada por un grupo o comunidad con carácter inamovible o inmutable." También podemos explicarlo como un condicionamiento o aceptación social de ciertas ideas impuestas por cierta comunidad. Un buen ejemplo es la aceptación mundial sin cuestionamientos de las tendencias de la moda, tanto para damas como para caballeros. A esto lo llamados "estereotipo" o dicho en otras palabras, la manipulación o condicionamiento de las creencias y gustos por la influencia de la publicidad.
A continuación mencionaré solo algunos estereotipos, que sin darnos cuenta, absorbemos a través de la televisión.
En primer lugar, el estereotipo del color de la piel. Se valora cierto color de piel en desmedro de otras, hablamos concretamente de los padres que presumen cuando sus hijos nacen con una tez blanca o cuando uno de sus hijos se casan se sienten más que orgullosos cuando sus yernos o nueras son blancos. En esta categoría también se ubica el color del cabello y el color de los ojos. La sociedad abre las puertas de par en par a las personas rubias y de ojos claros. Esto debido al bombardeo de actores y actrices de raza blanca, de cabellos claros y ojos azules o verdes.
En segundo lugar, el estereotipo de la estatura y el peso. Los comerciales nos bombardean con imágenes de modelos de ambos sexos que son altos y delgados. Millones de personas en el mundo gastan miles de dólares para mantener su figura delgada y esbelta. En este prolífero negocio de procurar ser delgados, están: las comidas y bebidas dietéticas, los restaurantes de comidas bajas en calorías, los gimnasios, productos naturales y químicos que prometen quemar las grasas, tratamientos para bajar de peso, aparatos que se promocionan en la televisión y que prometen un abdomen plano, la reducción de medidas en caderas y piernas, las costosas cirugías estéticas que remueven el tejido adiposo etc. En cuanto a la estatura, cada laboratorio farmacéutico promociona su arsenal de vitaminas especiales para el crecimiento y las complicadas operaciones para el estiramiento de piernas, que ofrece unos 6 a 8 centímetros adicionales de estatura, etc.
En tercer lugar, el estereotipo racial. En forma inconsciente la sociedad valora el pertenecer a la raza aria o anglosajona. Por el contrario, se desprecia a la raza negra, al oriental, a los semitas, al indígena de las tres américas, y al asiático. En cuanto a las nacionalidades, se estima ser norteamericano, canadiense o europeo y se denigra a los africanos, sudamericanos y asiáticos.
En cuarto lugar, el estereotipo de la edad. Nuestra sociedad y los comerciales televisivos exaltan la juventud y denigran a la tercera edad. El negocio que ofrece prolongar la eterna juventud es una industria multimillonaria. Nos referimos a las vitaminas energizantes, los antioxidantes, las cirugías estéticas de estiramiento facial, la reducción de cinturas, la remoción de tejido adiposo, la colocación de silicona en los labios, pómulos y senos, etc. La actual generación de la tercera edad ya no quiere tener canas en el cabello, ni arrugas en el rostro.
Estos estereotipos proyectados por la televisión afectan seriamente la autoestima de millones de personas alrededor del mundo. Millones de niños, adolescentes y adultos experimentan rechazos y segregación solo por el color de su piel. Otros miles incluso han desembocado en la anorexia debido a su obsesión por bajar de peso o por tener un abdomen plano. ¿Cuántos asesinatos, violaciones o guerras han sido provocadas por la intolerancia racial? Movimientos como Ku Klus Klan, el Neofascismo o la Supremacía Aria racionalizan y justifican la violencia o el asesinato de las pobres personas que caen víctimas de sus prejuicios.
Lamentablemente, nuestra sociedad y los que vivimos en ella, nos hemos llenado de estereotipos que producen discriminación, segregación y acepción de personas. Rechazamos, despreciamos y odiamos a los que son diferentes a nosotros. En cambio, Dios no tiene estereotipos. Dios no discrimina ni segrega a nadie por su color de piel, apariencia física, raza, cultura, edad o estatus económico. Dios ama a todo el mundo. Dios está interesado en todas las personas de nuestro planeta. Juan 3:16 dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único (Jesús), para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna."
Querido amigo o amiga, Dios te ama. No importa el color de piel que tengas, tu apariencia física, raza, nacionalidad, cultura, edad o condición económica. Dios te ama, quiere limpiar tus pecados y morar en tu corazón. Recuerda, Dios te ama como nunca nadie te amo. De tal manera te ama que envió a la cruz a su único hijo Jesucristo, para que tus pecados puedan ser limpiados. ¿Por qué no cierras tus ojos y le pides a Jesús que limpie tus pecados y viva en tu corazón?
LA TELEVISIÓN 7 Su Influencia
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