La
Tragedia (Gn. 3:6-7)
Los seres humanos están hechos de tal forma que deben creer en algo; si no
creen en la verdad, tarde o temprano creerán en mentiras (2 Ts. 2:10). Pero si
creen mentiras, tendrán que sufrir las consecuencias que siempre llegan cuando
las personas rechazan la verdad de Dios.
Desobediencia (v. 6). Primero Eva tomó el fruto y comió de él, y después llevó
parte del fruto a su esposo y él lo comió, así que ambos desobedecieron al
Señor. Eva fue engañada, pero Adán pecó voluntariamente con sus ojos bien
abiertos (1 Ti. 2:14). Por esta razón Pablo apunta a Adán y no a Eva, como
aquel que introdujo el pecado y la muerte en la raza humana (Ro. 5:12-21).« Así
como en Adán todos mueren» (1 Co. 15:22). Dios ve al primer Adán como la cabeza
de la raza humana, la vieja creación. Cuando Adán pecó, nosotros pecamos en él
y a través de él sufrimos las consecuencias del pecado y la muerte. Eva pecó
porque se dejó atraer al fruto del árbol prohibido. Estaba andando por vista y
no por fe en la Palabra de Dios. Génesis 3:6 tiene un paralelo con Primera Juan
2:16: «bueno para comer»-«los deseos de la carne»; «agradable a los ojos»-«los
deseos de los ojos»; «codiciable para alcanzar la sabiduría»-«la vanagloria de
la vida». Estas son las cosas que motivan a la gente del mundo en la
actualidad; y cuando el pueblo de Dios empieza a pensar como el mundo, empiezan
a vivir como el mundo.
Sabemos por qué Eva sucumbió a la tentación, pero ¿por qué Adán pecó voluntariamente
cuando sabía que esto era contrario a la voluntad de Dios? ¿Acaso vio un cambio
en Eva y se dio cuenta de que su esposa ya no estaba en la misma esfera de vida
en la que había estado? ¿Tuvo que tomar una decisión entre obedecer a Dios y
quedarse con la esposa a quien sin lugar a dudas amaba? Estas son preguntas que
la Biblia no plantea ni responde, y no es sabio que nosotros especulemos al
respecto. Adán hizo su elección, tomó una decisión incorrecta, y la humanidad
ha sufrido desde entonces.
Conocimiento (v. 7a). Satanás prometió que ellos serían «como Dios» sabiendo el
bien y el mal, y su promesa se cumplió trágicamente. Adán y Eva perdieron su
inocencia y por primera vez supieron de manera personal qué significaba pecar.
Para su felicidad no era necesario que tuvieran este conocimiento, y para ellos
habría sido mucho mejor que hubieran obedecido para seguir creciendo en su
conocimiento de Dios (Jn. 7:17).
En las Escrituras exponer, sin pudor el cuerpo desnudo es algo conectado con la
idolatría (Ex. 32:25), las borracheras (Gn. 9:20-23; Hab. 2:15) y el culto a
los demonios (Lc. 8:26-39; Hch. 19:16). La marca que una sociedad decadente se
encuentra en el umbral de su destrucción es cuando la gente hace negocio
exponiendo flagrantemente cuerpos humanos desnudos como objetos de placeres
sensuales, bien sea en persona, por medio de fotografías o en películas. La
pornografía es un negocio inmenso en la sociedad actual.
Vergüenza (v. 7b). Al darse cuenta por primera vez de su desnudez (2:25),
cubrieron sus cuerpos y trataron de escondersede Dios. El pecado debería
hacernos sentir vergüenza de nosotros mismos. Dios nos ha dado un juez interno
que se llama «conciencia», el cual nos acusa cuando hacemos el mal y nos
aprueba cuando hacemos el bien (Ro. 2:12-16). Cuando las personas ya no se
sienten avergonzadas de sus pecados, casi han perdido su carácter. «¿Se han
avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado en lo
más mínimo, ni aun saben tener vergüenza» (Jer. 6:15, 8:12). «Has tenido frente
de ramera, y no quisiste tener vergüenza» (Jer.3:3). Los pecados que antes se
cometían bajo un velo de oscuridad ahora se exhiben abiertamente en películas y
en la televisión, y cuando la gente protesta los llaman «mojigatos» y
«puritanos».
Miedo (v. 8). El pecado produce vergüenza y culpa, y ambas cosas hacen que los
pecadores quieran esconderse. Adán y Eva se sintieron avergonzados de lo que
eran (su desnudez), y se sintieron culpables por lo que habían hecho (su
desobediencia contra Dios). La culpa y el miedo usualmente van de la mano, lo
cual explica por qué la pareja no quiso disfrutar su comunión de la tarde con
el Señor en el huerto. Adán lo admitió, «tuve miedo» (v. 10). Tratar de
esconderse del Señor es ciertamente un esfuerzo inútil (Sal. 139:1-12), y sin
embargo los pecadores con sentimientos de culpa siguen tratando de hacer lo
imposible. La vergüenza, el miedo y la culpa transforman a tal punto el
interior de una persona, que Adán y Eva ya no podían disfrutar su hermoso hogar
en el huerto. Los árboles que habían cuidado y admirado, y de los cuales habían
comido, ahora eran simplemente «cosas» que podían ser utilizadas para esconder a dos pecadores atemorizados del rostro de Dios. Eso no era lo que los árboles
querían hacer, pero no tenían alternativa. La naturaleza es una ventana a
través de la cual vemos a Dios, ¡pero Adán y Eva la convirtieron en una puerta
trancada para dejar a Dios fuera! Un día el Salvador habría de morir sobre un
madero para que muchos pecadores atemorizados pudieran acercarse al Señor y
encontrar perdón.
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