Libertad para No Pecar
Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
Romanos 6:18
Romanos 6:18
En El Despertar de la Gracia Charles Swindoll cuenta la primera vez que su padre le permitió conducir el auto de la familia por sí solo. Pensó en todas las cosas que podía hacer con su libertad: correr a toda velocidad, salir de la ciudad, fanfarronear ante sus amigos; pero no hizo nada de eso. Debido al respeto por la confianza de su padre, condujo con prudencia y volvió a casa antes de la hora fijada.
¿Qué haría usted si se le concediera libertad ilimitada de las consecuencias por sus acciones? Y, ¿cuán a menudo se halla usted mismo furioso con alguien que le ha quitado la libertad (libertad a la paz y quietud, libertad a un espacio de estacionamiento, libertad para gastar el dinero como se le antoje)? Es fácil, viviendo en este país que se precia de ser “la tierra de los libres,” entender mal el verdadero significado de la libertad espiritual.
Cuando nacemos de nuevo por la fe en Cristo, se nos da el poder de ser libres de las compulsiones y tendencias destructivas que pueden hacernos daños a nosotros mismos y a otros, y se nos da un nuevo poder para hacer lo que es mejor en la vida. Se nos da el poder para hacer las cosas que Dios nos creó para que hagamos, poder para negarnos a las demandas de nuestra vieja naturaleza de pecado.
Si hay un pecado al que usted tiene problemas para decirle que no, pídale a Dios que le dé un nuevo vistazo de lo que quiere decir ser libre.
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