Estamos
inmiscuidos en una carrera de productividad que poco a poco va
lacerando lo más importante de la vida cristiana. Dios está mucho
más interesado en la persona que estamos llegando a SER que en las
cosas que hacemos. Y ¿usted? ¿En qué está más interesado?
Dios
está mucho más interesado en lo que somos que en lo que hacemos. En
una era de productividad como la que nos toca vivir estamos absortos
en "hacer cosas", es decir, en ser productivos. No importan
las motivaciones ni los caminos a seguir, el asunto es producir, sea
cual fuere el costo que se tiene que pagar. Estos son los estándares
del mundo; sin embargo, a menudo estos mismos estándares son
abrazados por la iglesia de Cristo: estamos muy preocupados por hacer
cosas, sin importar, otra vez, el costo.
Estamos
inmiscuidos en una carrera de productividad que poco a poco va
lacerando lo más importante de la vida cristiana, ya que Dios está
mucho más interesado en la persona que estamos llegando a SER que en
las cosas que hacemos. Si no, para muestra basta un botón. Dice la
Palabra de nuestro Dios que: "si alguno está en Cristo nueva
criatura ES, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas
nuevas…" (2 Co. 5:17).
La
vida cristiana es como una obra en construcción. Todos en alguna
oportunidad hemos visto obras en construcción, y la mayoría de
ellas tienen un mensaje para quienes pasan por allí que dice más o
menos así: "Obra en construcción, perdone las molestias que
esto le ocasiona". Desde el momento en que recibimos a Cristo
como el Señor de nuestra vida, Él inició un doloroso pero
necesario cambio en nosotros, de tal manera que su deseo es que
lleguemos a ser como Él. Sin embargo, qué difícil es esto para
muchos. Queremos cambiar sólo algunas cosas y que otras sigan igual,
sin dejar que Dios haga de nosotros lo que bien puede y quiere hacer.
Generalmente,
cuando llegamos a Dios traemos una vida hecha pedazos. ¡Qué triste
es notar que a pesar que Dios desea restaurarnos, nosotros nos
negamos a la idea! Luchamos, muchas veces durante años, antes de
poder rendirnos total y absolutamente a Dios. Los cambios que el
Señor hace en nuestra vida siempre serán para nuestro bien, ya que
Él desea formar su propia vida en nosotros; es cuestión de que se
lo permitamos. Yo estoy convencido de que Dios tiene reservado para
cada uno de nosotros grandes y maravillosas bendiciones. Juntos
podemos llegar a ser el pueblo que Dios quiere que seamos. Dios tiene
mucho que hacer aún, pero Él está interesado en nuestra
restauración y lo que somos. Durante todo este proceso el Espíritu
Santo trabaja activamente en cada uno de nosotros. A menudo esto
provoca fricciones con la vida de otras personas, ya que sin querer
causamos daños a otros. Por esta razón debemos pedirle al Señor
con todas nuestras fuerzas que podamos ser barro dócil en sus manos,
para que en la medida de su poder y de su gracia seamos transformados
para su gloria, y al mismo tiempo nos convirtamos en canal de
bendición a todos los que nos rodean.
Recordemos
ahora las palabras del profeta Jeremías: "¿No podré yo hacer
de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?" (Jer. 18:6).
Dejemos que Dios haga con nuestras vidas lo que mejor le parezca y
finalmente veremos la refinada obra de sus manos: creyentes maduros,
hechos a la imagen de Cristo para la gloria de Dios.
Luis
Gabriel César Isunza es pastor de una pujante iglesia bautista en la
ciudad de México.
Lo
encontrarás cuando determines en tu corazón deleitarte en Dios y
luego Él te dará todas las cosas. ¡Él mismo! Pastor Luis
Gabriel César Isunza.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario