Acusaciones No Me Tumban

Libre De Acusaciones 

Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 
1 Juan 2:1b 

En este mismo momento, por todo el mundo vuelan acusaciones; bien sea en algún tribunal, en algún cuerpo político, tal vez en algún hogar. Las acusaciones llevan tremendo peso de acuerdo a la estatura de quien las lanza.

Hay otro lugar en donde las acusaciones nunca dejan de correr, y es en el salón del trono del cielo. Apocalipsis 12:10 llama a Satanás “el acusador de nuestros hermanos,” porque acusa a los cristianos “delante de nuestro Dios día y noche.” Dada la estatura del acusador, las acusaciones contra nosotros como pecadores, indignos de perdón y gracia, hay que tomarlas en serio. Y son verdad, porque somos pecadores. Pero debido a que nos hemos vestido de “Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1), nuestro Abogado presenta como evidencia los hechos: Él pagó por nuestros pecados y se nos ha acreditado su justicia. Eso es lo que significa ponernos “la coraza de justicia [de Cristo]” (Efesios 6:14b); que somos defendidos de las acusaciones de Satanás en cuanto a nuestro pecado.

Cuando Satanás trate de convencerlo de su indignidad delante de Dios, concuerde con él; luego muéstrele la coraza de la justicia de Cristo que usted lleva puesta.

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