Consolado Para Consolar A Otros
Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.
Romanos 12:15
Cuando Mitch Albom oyó que su profesor universitario favorito estaba muriéndose de la enfermedad de Lou Gehrig, fue a visitarlo por primera vez en más de 20 años. Le preguntó al profesor por qué se tomaba la molestia de oír los noticiarios todos los días puesto que no iba a estar aquí para ver cómo las cosas resultaban. “Es difícil de explicar,” dijo el profesor. “Ahora que estoy sufriendo, me siento más cerca a los que sufren que nunca antes. . . . Siento su angustia como si fuera mía propia.”[1]
Pablo explicó el progreso del consuelo en el sufrimiento al decir que Dios nos consuela cuando estamos sufriendo a fin de que podamos consolar a otros con la misma consolación con que fuimos consolados (2 Corintios 1:3-4). Cuando sufrimos, recibimos el consuelo de Dios a fin de que podamos replicar ese consuelo para otra persona.
No tenemos que orar por el sufrimiento; nos hallará con suficiente facilidad. Pero sí debemos orar por un corazón de empatía espiritual para sentir la angustia de otros y estar preparados para consolarlos así como nosotros mismos quisiéramos que nos consuelen.
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