Aquí Estoy
Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios.
2 Timoteo 1:8
Cuando a Martín Lutero se le pidió que se retracte de sus enseñanzas contra la iglesia católico romana, hizo esta intrépida afirmación a la dieta del Worms en 1521: “A menos que me convenzan con pruebas de las Escrituras o por razonamiento y argumentos sencillos y claros, no puedo retractarme ni voy a retractarme, porque no es sabio ni seguro hacer algo contra la conciencia. Aquí estoy. No puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude. Amén.”[1]
En su discurso de despedida a los israelitas, Josué les instó a que asumieran una posición y se dedicaran al Señor. Exponiendo las opciones, distinguió las alternativas que tenían: escoger servir al Dios de Israel o escoger los ídolos. Esa decisión determinaría la historia de Israel como individuos y familias, dando forma a las generaciones futuras. Dirigiendo por el ejemplo, Josué proclamó su consagración a Dios: “pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).
Tal vez hoy usted se halle ante la necesidad de renovar su dedicación a Dios. Póngase firme. Declare su consagración indeclinable ante Dios: Aquí estoy. No puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude.
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